jueves, 16 de febrero de 2017
CAPITULO 57 (PRIMERA HISTORIA)
A las ocho, con el temporal reducido a una caprichosa nevisca, Pau se instaló en la cocina con sus amigas para devorar un cuenco del estofado de buey de la señora Grady.
-¿Cuándo volverá a casa?-preguntó-. No estamos quedando sin provisiones
-A primeros de abril -comentó Carla-. Como siempre. Saldremos adelante. Y mañana, también. Acabo de hablar con una novia feliz y un poco borracha. Se lo están pasando muy bien. Tienen un karaoke.
-Hemos rastrillado; el parte dice que mañana estará despejado, con una máxima de tres grados. El viento ya ha empezado a amainar. El pastel esta en la nevera y es un prodigio de belleza.
Emma asintió a Laura
-Las flores también.
-Los muchachos llegaran a primera hora de la mañana para limpiar el camino, el pórtico y las terrazas- agregó Carla- O sea, que eso ya podemos tacharlo de la lista.
-Gracias a Dios –dijo Emma aliviada.
-El PDNA hara fotos esta noche durante la fiesta del ensayo con su digital de bolsillo. Las combinaré y las montaré de manera divertida en el pequeño álbum que regalaremos a la novia. Y ahora- Pau se levantó con esfuerzo-. Me voy a casa, a meter este cuerpo dolorido dentro de una bañera caliente.
Se marcho a su casa bajo la nevisca y acompañada por el resplandor de las farolas del sendero. La escena le hizo pensar en Pedro, en el día en que le propuso caminar sobre la nieve en lugar de hundirse.
Lo llamarla. Se zambulliría en un baño caliente, con una copa de vino, unas velas encendidas… y Pedro al otro lado del teléfono. Se pregunto como reaccionaria el ante el sexo telefónico y estallo en carcajadas. Nunca dejaba de sorprenderla. Seguro que debía de ser todo un campeón en sexo telefónico.
Entro en la casa, atenta al silencio. Le gustaba la tranquilidad, su propio espacio. Era curioso que se sintiera cómoda además, estando él allí. Era como si ese espacio les perteneciera a los dos. El silencio y el espacio de ambos
Un extraño pensamiento
Mientras se quitaba el abrigo se quedo mirando la foto que había colocado en su zona de trabajo. Quizá aquello no era tan extraño. El encuadre en que aparecían los dos juntos era precioso.
<<Estamos en un buen momento», pensó Pau subiendo al dormitorio. Sin seguir un modelo, no exactamente, viviendo…en ese espacio agradable y cómodo. En una especie de orden y fluidez.
Entró en su cuarto y lanzó al armario las botas de vestir que, en definitiva, no había necesitado. Se quitó los pendientes y los dejó encima del tocador
Entonces se detuvo en seco, suspirando hondo y mirando alrededor. Esa mañana no había hecho la cama. La ropa había quedado tirada encima de una butaca. Y también los calcetines. Su hermoso armario… No es que fuera un desastre, pensó, pero ¿por qué había puesto la blusa gris con las blancas? Y la falda negra tenia que ir en el lado de las faldas, no en el de las chaquetas.
Y esa chaqueta era de Pedro.
Había vuelto a las antiguas costumbres, pensó disgustada.
Tenia un lugar para cada cosa, ¿por que no podía meterlo todo en sus sitio? Controlar su espacio, sus cosas, sus…
Era la vida, pensó.
Porque ella era un desastre, lo reconocía, pero así era la vida. La chaqueta de Pedro colgaba entre las suyas, ¿y qué más daba?
Los calcetines se perdían, las sabanas se arrugaban. Su madre era una egoísta y su padre, un descuidado.
Y a veces nevaba durante el ensayo de una boda
¿Que había dicho Carla?
Algunas cosas en la vida quedan fuera de nuestro control.
De cada uno dependía convertirlo en una fiesta o en una tragedia
O bien podías negarte a dar el siguiente paso. podías negarte a aceptar lo que mas querías porque tenias miedo de perderlo algún día, pensó.
Pau bajó corriendo la escalera y cogió la foto.
-Él apareció- dijo con voz queda mientras contemplaba la imagen enmarcada de los dos-. Apareció en mi vida, y todo cambio.
Alzó la vista y vio la foto de tres niñas bajo un arco de rosas bancas. Y una mariposa azul sobre un ramo de violetas silvestres y dientes de león.
Con una exclamación ahogada se llevó una mano al pecho.
Claro. Por supuesto. Estaba absolutamente claro, solo con mirarlo.
-Dios mío, ¿a qué estoy esperando?
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