jueves, 16 de febrero de 2017

CAPITULO 56 (PRIMERA HISTORIA)





A ultima hora de la mañana había empezado a nevar y a mediodía, desde las ventanas del estudio, se podía contemplar la blanca tempestad que caía. La nieve, espesa y rápida, iba borrando las huellas del breve deshielo de finales de febrero. Marzo llegaba clavando sus colmillos y dando zarpazos como los leones, pensó Pau.


La nieve que caía en un remolino constante y el ulular del viento que arreciaba con furia le hicieron desear arrebujarse bajo una manta con un libro y un tazón de chocolate caliente a mano. El inconveniente era que tenían un ensayo programado para las cinco. Por lo que parecía, la novia controladora y pelmaza no había podido imponer su voluntad a la Madre Naturaleza.


Sabiéndose al dedillo el simulacro que tenían para esas circunstancias, Pau preparó las prendas protectoras que debía ponerse ella, y poner al equipo, para ir caminando hasta la casa principal. Guardó sus notas, abrió un cajón para sacar unas tarjetas de memoria de recambio... y encontró la foto en la que aparecía con Pedro. Estaba al lado de la que quería regalarle a él, envuelta ya en su caja.


-Todavía tengo que entregar la tercera parte -dijo en voz alta. Para quedarse satisfecha, puso la foto que quería quedarse encima de su mesa de trabajo-. Como recordatorio.


Subió al piso de arriba a vestirse para el ensayo y tuvo que salir como una flecha para coger el teléfono.


-Eh, profesor. ¿Por dónde andas?


-Estoy en casa. Han cancelado las clases de la tarde. Hace un tiempo de perros. He venido a recoger unas cosas y llevarme al gato. No quiero dejarlo solo por si no puedo regresar mañana.


-No salgas. -Pau se acercó a la ventana y vio que unas rachas violentas de viento azotaban los árboles haciendo que se estremecieran-. No vuelvas a salir con este tiempo. Quédate en casa... calentito y a salvo, que no tenga que preocuparme porque estás en la carretera. De todos modos, estoy preparándome para ir en plan trekking hasta la casa principal. Tenemos un ensayo a las cinco.


-¿Con este temporal?


-Tenemos planes para casos de emergencia con el ritual incluido del sacrificio de un pollo.


-Podría ayudaros, menos en lo del pollo.


-Sí, o podrías terminar en un ventisquero o patinando y estrellándote contra un árbol. Lo único que tengo que hacer es caminar unos cuantos metros. -Pau, todavía al teléfono, se puso a revolver la ropa hasta que eligió unos recios pantalones de pana y un jersey de cuello alto-. Carla ya debe de tener al teléfono al director del Servicio Nacional Meteorológico.


-Bromeas.


-No, solo exagero un poco. -Se sentó para quitarse los calcetines gruesos que utilizaba para andar por casa y, encajándose el teléfono en el hombro, se bajó los pantalones de franela-. Haremos un ensayo vía telefónica si es necesario, o virtual si el cliente tiene un buen ordenador. Quitaremos la nieve a paletadas, abriremos senderos y limpiaremos el terreno. Ya lo hemos hecho otras veces. Si no nos lo impide una auténtica ventisca, mañana celebraremos una boda. Quizá podrías ser mi pareja. Y traerte al gato. De esta manera, los dos podríais quedaros a pasar el fin de semana.


-Allí estaremos. Preferiría estar contigo esta noche que aquí corrigiendo exámenes.


Pau se puso los pantalones y tiró de ellos para subírselos.


-Yo preferiría estar contigo que tener que tratar con una novia histérica y controladora.


-Creo que me ganas. No cojas frío. Si quieres, llámame luego, cuando hayas terminado. Podrías contarme cómo te ha ido.


-Te llamaré. Ah, espera. Entre los exámenes que vas a corregir, ¿está el de Gabriel?


-De hecho, sí.


-Espero que saque un sobresaliente. Hasta mañana.


Pau colgó el teléfono, se quitó la sudadera y se puso el jersey. Luego cogió el maletín del maquillaje y un par de botas de vestir por si la novia insistía en desafiar a los elementos.


Cinco minutos después caminaba por la nieve inclinada hacia delante para vencer la helada ventolera. Se necesitaría un milagro, pensó, si no amainaba durante las próximas horas. E incluso con un milagro, se dispararía la tasa de desgaste entre los invitados. Tendría que echar mano de su habilidad para conseguir unas fotos para la clienta en las que la novia estuviera radiante.


O quizá recurrir al alcohol.


Al llegar a la casa principal, lo metió todo dentro del cuarto de los abrigos y pateó el suelo para quitarse la nieve. 


Comprobó si había alguien en la cocina de Laura y vio a su amiga untando con un fondant rosa claro la parte central de un pastel de tres pisos.


-Espera. Tengo abajo el pastel de marquetería con el glaseado blanco, las flores rosa y lavanda y las figuritas tradicionales de los novios para poner encima.


-Ha cambiado al rosa claro, plisado, con un ramillete de violetas encima. Supongo que no te llegó el orden del día, o es probable, y te lo digo sinceramente, que cuando ella se decidió por este pastel, yo no te lo enviara.


-No te preocupes. Ahora lo anoto. -Pau arrastró fuera el material y empezó a escribir-. ¿Cuántas veces te imaginas que cambió de novio antes de quedarse con el que va a casarse mañana?


-Tiemblo solo de pensarlo. Apuesto que de doce a dieciocho.


-Se admite la apuesta.


-Hecho. Me da mala espina esta novia -comentó Laura atacando el tercer piso-. Carla está hablando con ella desde que ha caído el primer copo de nieve. Emma está en su taller, arreglando las flores.


-¿Seguimos con la poma para la damita que llevará las flores?


-Por ahora. Mi misión era hacer un fondant que combinara con el color de las rosas. -Laura cogió el capullo que Emma le había dado y lo sostuvo al lado del fondant-. Creo que puedo decir: misión cumplida. Ahora ahueca el ala. Todavía me quedan por hacer un par de acres de pasta de azúcar rosa y blanco antes de que pueda montar esta criatura.


-Iré a ayudar a Carla.


Carla estaba echada en el suelo de su despacho, con los ojos cerrados, hablando por los auriculares con un tono reposado y pacificador.


-Ya lo sé, Whitney. Es muy injusto. Pero... no, no te echo la culpa, ni mucho menos. Yo me sentiría igual. Me siento igual que tú.-Carla abrió los ojos y miró a Pau. Luego volvió cerrarlos -. Estoy aquí para lo que necesites. Todas nosotras. Y tenemos unas cuantas ideas que podrían... ¡Whitney! Quiero que me dejes hablar. Escúchame. Calla y respira. Respira. Bien, ahora escucha lo que te digo. El tiempo queda fuera de nuestro control. Son cosas que pasan en la vida. Lo que cuenta es lo que hacemos, y una de las cosas que vas a hacer es casarte con el hombre que amas y empezar una hermosa vida con él. El tiempo no puede cambiar eso.


Pau, escuchando apenas, abrió el mueble bar y sacó una botella de agua fría para su amiga.


-No llores, cariño. Te diré lo que vamos a hacer. Vamos a preocuparnos del día de hoy. A las cinco, tendremos una conferencia por teléfono con Vince y contigo, con el padrino, los testigos y las damas de honor y con vuestros padres. Repasaremos todos los puntos programados para mañana. Espera, espera un momento. Primero, lo de hoy. Iremos paso a paso, tardemos lo que tardemos. Sé que estabas deseando ensayar la cena esta noche.- Carla, con los ojos cerrados, estuvo escuchando durante un rato- Si, Whitney, pero estoy de acuerdo con tu madre y con Vince. No vale la pena que os juguéis todos la vida en la carretera intentando llegar aquí o al restaurante. De todos modos, si estas de acuerdo, he organizado que una empleada del catering os prepare una cena maravillosa. Esta chica vive a un par de manzanas de vosotros. Os la traerá a casa y se encargara de móntalo todo. En tu mano está convertir eso en una fiesta, Whitney o en una tragedia. He hablado con tu madre y a ella le encanta la idea- Pau se agachó y puso la botella en la mano de Carla. Carla la cogió.


-Tu madre tendrá la casa llena y será la anfitriona de la fiesta de su hija. Cenaréis y tomaréis vino con la familia, los amigos…dormitareis un poco, a la lumbre de la chimenea….Tendrás una cena de ensayo única, personalizada y eso transforma este inconveniente en algo hermoso y divertido


-Eres la mejor -susurró Pau.


Carla volvió a mirarla y puso los ojos en blanco.


-Muy bien. Deja que sea yo quien se preocupe de mañana. Te prometo que de una manera u otra, haremos que tu día sea maravilloso. Y lo más importante de todo será que te casas con Vince. Ahora quiero que te relajes, que te diviertas. Vamos a divertirnos con todo esto. Te llamare mas tarde. Sí. Te lo prometo. Ve a ayudar a tu madre. -Carla se quitó los auriculares-. ¡Caray con la chica!


-Apuesto a que ya no le preocupa la poma.


-No está demasiado ocupada maldiciendo a los dioses.-Carla se incorporó, abrió la botella y dio un trago largo- No la culpo por estar enfadada. ¿Quien no lo estaría? Pero una boda en invierno significa que existe la posibilidad de que nieve. Es marzo y estamos en Connecticut, oído al parche. Pero para su mentalidad, la nieve es un insulto personal destinado a arruinarle la vida. De doce a dieciocho.


-Mensaje recibido.


-Tenemos que rastrillar el camino de entrada y el aparcamiento, y limpiar los senderos, los porches y las terrazas.- Carla bebió de nuevo e hizo lo que había aconsejado a Whitney, respirar-. El personal de carreteras ha salido. Tendremos que confiar en que hagan su parte.


-¿Y los vehículos?


-Cambiaremos la empresa de limusinas por los todoterrenos Hummer. El novio esta deseando librarse de la limusina y cargar al padrino y los testigos en su monovolumen. He hablado con todos los ayudantes. No habrá problema.


-Entonces vale mas que vaya a por una pala.







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