miércoles, 8 de febrero de 2017

CAPITULO 24 (PRIMERA HISTORIA)





Se sentía ebria y drogada. Hasta los dedos de los pies se le habían entumecido. El aire entraba y salía de sus pulmones. 


Menos mal. Estaba segura de que había dejado de respirar varias veces mientras Pedro la había…


Aniquilado, decidió.


Incluso entonces, tumbado sobre ella, como quien acaba de sufrir un traumatismo causado por la fuerza bruta, y con sus corazones latiendo acompasados como un par de frenéticas pelotas de tenis, Pedro le rozó el cuello con los labios


-¿Estas bien?


¿Que si estaba bien? ¿Estaba bien él de la cabeza? 


Estabas bien cuando resbalabas en el hielo y te agarrabas para no caer y romperte un tobillo. Estabas bien cuando te metías en una fantástica bañera de agua caliente después de un día duro.


Pero no estabas bien cuando te habían vuelto del revés el organismo para ponértelo luego del derecho


-Sí-¿Qué podía decir?-¿Y tú?


-Mmm…Paula está desnuda en la cama, a mi lado. Estoy en el cielo.


-Todavía llevo puestas las botas.


-Si mejor aún. Perdona, seguro que peso.- Pedro se dejo caer de lado y la volteo para tenerla encima.


-Pedro, eres casi tan flacucho como yo. No pesas.


-Ya lo sé… lo de flacucho, quiero decir. Pero no parece haber manera de cambiarlo. Cor… una vez me dijeron que buscara un entrenador personal, pero no tengo tiempo para eso. El ejercicio no forma parte de mi ADN.


-Tienes un cuerpo larguirucho y muy bonito. No dejes que nadie te diga la contraria. además, lo usas como un estibador.


-He estado reservándome.- Sonrío y examino su cara-. Eres tan bonita.


-No es verdad. Te lo dice una profesional del gremio. Tengo una cara interesante y se como manipular su atractivo. también tengo una constitución delgada, que armoniza bastante bien un eso… En fin, en realidad yo también estoy pensando en hacer ejercicio, porque mi cuerpo es como una percha. La ropa le sienta muy bien, pero, por el resto, es puro alambre.


-Eres preciosa No dejes que nadie te diga la…lo contrario. Lo siento, no puedo evitarlo. Es lo contrario.


Pau río y le dio un codazo


-Sí, profesor. Cuantos cumplidos… para después del coito.


-Siempre has sido hermosa. Tienes el pelo rojizo y los ojos de una bruja marina Y se te marcan los hoyuelos.- Pedro pensó que si le daba quince minutos mas, podría lamerla como a un helado y ver como volvía a elevarse.


Pau inclino la cabeza para sonreírle. Él había cerrado los ojos y tema la expresión relajada. así era como debía de estar cuando dormía, pensó. Si se despertara antes que él, lo vería de esa manera.


Le acaricio la mandíbula con un solo dedo, perezosamente.


-Esta pequeña cicatriz me intriga ¿Qué es?


-Un error de cálculo en una valla.


-¿ Saltas vallas? ¿Vallas y muros como el capitán Jack Sparrow?


-Ojalá. Apuesto a que te atrae Johnny Depp.


-Estoy viva. Soy una mujer. Siguiente pregunta.


-Este hombre atrae a todas las generaciones. Interesante. Las mujeres maduras lo encuentran atractivo, sexualmente quiero decir, y también las adolescentes de mi clase.


-Yo lo vi primero. Ahora bien, de hecho acabo de encontrar a otro hombre muy atractivo sexualmente. Un error de cálculo en una valla- le espetó Pau sonriendo.


-Ah, eso... Escapaba de un par de chicos que querían divertirse dándome una paliza. Tuve que subirme a una valla y, con mi acostumbrado estilo ágil y desenvuelto, que por desgracia no se parece al de los piratas ni al de los actores que los representan, resbalé. Me hice un buen corte con el alambre.


-Auu. .. ¿Cuándo fue eso?


-La semana pasada.


Pau, riendo a carcajadas, se puso encima de él


-Qué brutos esos enanos.


-Es cierto. Yo tenía diez años, pero ellos eran unos enano muy brutos.


-¿Te libraste?


-Esa vez, sí.


Pedro tiró de su pelo para atraerla hacía sí y besarla. 


Suspirando, Pau recostó la cabeza en su hombro.


¡Qué bien se estaba acurrucada así!, pensó. Piel contra piel, ambos corazones latiendo acompasadamente, y junto a un hombre ridículamente atractivo en todos los aspectos, pero pendiente de cada centímetro cuadrado de su cuerpo.


Podría quedarse así, tal cual, durante horas. Días. Medio dormida, calentita, entre los brazos del delicioso Pedro Alfonso.


Y por la mañana, podrían...


De repente, Pau abrió los ojos. ¿En qué estaba pensando?


¿Qué estaba haciendo? ¿Por la mañana? ¿Horas, días? Un súbito ataque de pánico le hizo incorporarse.


-¿Qué pasa?


-¿Qué? Ah, nada, nada. ¿Qué quieres que pase?


Pedro se sentó junto a ella, todo despeinado y sexy, hasta el punto de que Pau comprendió que su corazón y sus hormonas la amenazaban con destruirla.


Tenía que salir de allí. En ese preciso instante. Volver a la realidad. Volver a la cordura antes de hacer alguna idiotez como de enamorarse.


-Yo, es que… ¡Caray, mira que hora es! Tengo que irme.


-¿Irte? Pero…


-Ha sido fantástico. Todo… de verdad, fantástico.- Maldita sea, solo llevaba las botas puestas-. He perdido la noción del tiempo y se me ha hecho tarde.


Pedro, atónito, miro el reloj.


-No es muy tarde. No te…


-Es noche de colegio- dijo la joven intentando por todos los medios parecer alegre mientras andaba a la búsqueda de su ropa interior y el pánico se acercaba galopando como un caballo salvaje.


¿Donde estaba el sujetador? ¿Donde había ido a parar el sujetador?


A la porra con el sujetador


-Tengo un millón de cosas por hacer y mañana empiezo muy pronto.


-Pondré el despertador. De todos modos, yo me levanto antes de las seis. Quédate, Paula


-De verdad, ojalá pudiera. De verdad- ¿Cuántas veces era capaz de decir «de verdad» en cinco minutos? Estaba a punto de batir el record-. En fin, el deber me llama. No, no te levantes.


<<Por favor, por favor no se te ocurra levantarte», pensó Pau saliendo de la cama


-Quédate- le dijo Pedro acariciándole la mejilla mientras ella se ponía la blusa-. Quiero dormir contigo.


-Esto no estaba en la lista, pero lo hemos pasado genial- añadió ella con una amplia y luminosa sonrisa.


-Duerme conmigo.


-Oh, qué detalle, Pedro. Me encantaría... en otra ocasión. Tengo tres celebraciones, una presentación... Voy liada, muy liada. -Le dio un beso a toda velocidad-. Tengo que marcharme ya. Gracias por todo. Te llamaré.


Y salió volando.



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