miércoles, 1 de febrero de 2017
CAPITULO 5 (PRIMERA HISTORIA)
Escabullirse antes de la reunión permitió a Pau atender el teléfono, concertar citas y añadir una selección de las fotografías más recientes a la página Web. Como tenía libre el resto de la tarde o lo que quedaba de ella, decidió dedicarla a un último pase de la boda de Nochevieja.
El timbre del teléfono volvió a importunarla, pero se recordó a si misma que el trabajo era lo primero y atendió la llamada.
-Pau, fotógrafa de Votos.
-Paula.
Pau cerró los ojos instantáneamente e hizo el gesto de clavarse un puñal en la cabeza. ¿Por qué no se acostumbraba a mirar el visor aunque llamaran por la línea del trabajo?
-Mamá. ..
-No has devuelto mis llamadas.
-He estado trabajando. Ya te dije que esta semana estaría muy liada. Mamá, te he pedido que no llames por la línea de la empresa.
-Al menos has contestado, ¿o no? Que es más de lo que hiciste las tres últimas veces que telefoneé.
-Lo siento.
<<Haz malabares-se dijo Pau-. Trampeando la situación
Acabaremos antes; no servirá de nada que le diga que no puedo charlar en horas de trabajo>>
-¿Que tal Nochevieja?- preguntó la joven.
La respiración entrecortada que oyó le anunció que se avecinaba tormenta.
-He roto con Martin, cosa que te habría dicho si te hubieras molestado en devolverme las llamadas. Fue una noche espantosa. Horrible, Pau. -Su respiración se volvió más dificultosa al mezclarse con las lágrimas-. Estoy desolada desde hace días.
Martin, Martin... Pau no estaba segura de hacerse una idea exacta del aspecto del ahora ya ex novio de su madre.
-Lo siento mucho. Romper en fiestas es duro, pero supongo que podría ser una oportunidad para empezar el año haciendo borrón y cuenta nueva.
-¿Qué? ¡Tú sabes que yo quería a Martin! Tengo cuarenta y dos años, estoy sola y completamente destrozada.
Cuarenta y siete, la corrigió Pau mentalmente. Bueno, ¿Qué eran cinco años entre madre e hija? La joven, que estaba sentada frente al escritorio, se frotó la sien.
-Fuiste tú quien rompió, ¿verdad?
-¿Qué diferencia hay? Se acabó. Se acabó, y estaba loca por él. Ahora estoy sola otra vez. Tuvimos una discusión terrible y él estuvo intolerante, insoportable. Me llamó egoísta, dijo que era demasiado emocional y... ay, unas cosas tremendas. ¿Que iba a hacer yo? Solo podía cortar con él. Martin no era como yo creía.
-Ya. ¿Ha vuelto Eloisa a la escuela? -preguntó Pau refiriéndose a su hermanastra con la esperanza de cambiar de tema.
-Volvió ayer. Me abandonó en este estado. Piensa que no puedo levantarme de la cama por las mañanas. Tengo dos hijas a las que he dedicado la vida, y ninguna de las dos me apoya cuando me siento hundida.
A Pau empezaba a dolerle la cabeza; se inclinó hacia delante y se dio unos golpecitos contra la mesa.
-Ha empezado el semestre y tiene que regresar. Quizá Milton...
-Martin.
-Vale, puede que se disculpe y entonces…
Se acabó. No hay vuelta atrás. Nunca perdonaré a un hombre que me ha tratado mal. Lo que necesito es reponerme, volver a encontrarme a mí misma. Necesito tiempo para mí, un lugar tranquilo para desintoxicarme de la angustia que me provoca esta espantosa situación. He reservado una semana en un balneario de Florida. Justo lo que necesito. Marcharme, perder de vista este horripilante, alejarme de los recuerdos y del dolor. Pero me hacen falta tres mil dólares.
-Tres... Mamá, no esperarás que afloje tres de los grandes para que puedas hacerte tratamientos faciales en Florida porque te has cabreado con Marvin.
-Martin, diablos, y es lo menos que puedes hacer. Si necesitara un tratamiento médico, ¿tendrías tantas manías a la hora de pagar el hospital? Necesito ir. Ya he hecho la reserva.
-¿No te envió dinero la abuela el mes pasado? Como regalo de Navidad antici...
-Me lo gasté. Compré a ese fresco un reloj de pulsera, un reloj de pulsera, un TAG Heuer de edición limitada, en Navidad. ¿Cómo iba a saber que se convertiría en un monstruo?- Se echó a llorar en tono lastimero.
-Deberías pedirle que te lo devolviera o….
-Jamás haría una vulgaridad así... No quiero el dichoso reloj, ni a el tampoco. Lo que quiero es marcharme.
-Muy bien. Ve a algún lugar que puedas permitirte o...
-Necesito ir al balneario. Como es natural, tengo que apretarme el cinturón después de tantos gastos navideños y vas a tener que ayudarme. Tu negocio va muy bien, como siempre me sueltas tan feliz. Necesito tres mil dólares, Pau.
-¿Cómo los dos mil que me pediste el año pasado para que Elo y tú pudierais pasar una semana en la playa? Y como…
Lourdes se echó a llorar. Esta vez Paula no golpeó la cabeza contra la mesa, sino que se quedó recostada en ella.
-¿No vas a ayudarme? ¿No vas a ayudar a tu propia madre? Supongo que si me echaran a la calle, mirarías hacia otro lado. Seguirías haciendo tu vida sabiendo que la mía se acaba. ¿Cómo puedes ser tan egoísta?
-Haré una transferencia a tu cuenta por la mañana. Que tengas un buen viaje -dijo Pau, y luego colgó.
Se levantó, fue a la cocina y sacó una botella de vino.
Necesitaba una copa.
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