miércoles, 1 de febrero de 2017
CAPITULO 2 (PRIMERA HISTORIA)
Exploró las distintas salas, quitándose de en medio cuando coincidía con el enjambre del equipo de Emma, que rondaba por toda la casa distribuyendo flores, cintas y tules. Hizo fotos del pastel de Laura y de los adornos de Emma e imaginó nuevos encuadres.
Jamás permitía que su método se convirtiera en rutinario.
Sabía que una vez que lo hiciera todo de corrido, se le escaparían tomas, perdería oportunidades, claridad de ideas y originalidad en los ángulos. Y siempre que notaba que empezaba a aburrirse, pensaba en una mariposa azul posándose sobre un diente de león.
El ambiente olía a rosas y a lirios y se oía un rumor de voces y pasos. La luz se colaba por los altos ventanales proyectando hermosos rayos y haciendo brillar las cintas de oro y plata.
-¡Pau, los auriculares! -Carla bajó corriendo la escalera principal-. Llega la novia.
Mientras Carla se apresuraba a recibir a la novia, Pau subió a la carrera. Salió a la terraza principal sin preocuparse por el frío mientras la limusina blanca enfilaba el caminito de entrada. Cuando el automóvil se detuvo suavemente, Pau cambió de ángulo, se colocó en posición y aguardó.
La dama de honor, la madre de la novia...
-Moveos, moveos solo un poco -murmuró.
Alison salió del coche. La novia llevaba unos tejanos, y vaya tejanos, una chaqueta desgastada de ante y una bufanda de color rojo vivo. Pau activó el zoom y cambió los diafragmas.
-¡Eh, Alison!
La novia miró hacia arriba. Cuando salió de su asombro, su expresión era de divertida sorpresa. Para satisfacción de Pau, Alison levantó los brazos, se echó hacia atrás y estalló en carcajadas.
«Aquí empieza el principio del viaje», pensó Pau mientras capturaba el momento.
Diez minutos después, en la suite de la novia, que antaño había sido el dormitorio de Carla y en aquel momento estaba llena de gente, reinaba la confusión. Dos peluqueras manejaban distintos instrumentos haciendo gala de su talento, rizando, alisando y modelando, mientras las esteticistas sacaban pinturas y frascos.
«La esencia de lo femenino -pensó Pau mientras rondaba por el dormitorio procurando no molestar-. Los perfumes, los movimientos, los sonidos... La novia es el centro, y esta en concreto no ha nacido para ponerse nerviosa.>> Alison se mostraba confiada, sonriente, y charlaba sin parar.
Ahora bien, la MDNA era otro asunto.
-¡Pero si tienes un pelo precioso! ¿No crees que deberías dejártelo suelto? Al menos algún mechón. Quizá...
-Un recogido es lo más adecuado para mi tocado. Relájate, mamá.
-Aquí hace demasiado calor. Considero que hace demasiado calor. Y Mandy tendría que echarse la siesta. Si no, lo fastidiará todo; lo sé.
-Lo hará perfecto -dijo Alison mirando a la niña que tendría que llevar las flores.
-A mí me parece que...
-¡Atención, señoras! -exclamo Carla entrando el carrito del champán, en el que había añadido una bonita bandeja de fruta y queso-. Los hombres vienen de camino. Alison, tu peinado es maravilloso. Fastuoso. -Sirvió una copa flauta de champán a la novia.
-Pienso que mi hija no debería beber antes de la ceremonia. Apenas ha comido hoy y…
-Oh, señora McFearson, me alegro de que esté vestida y preparada. Esta usted preciosa. ¿Podría dedicarme unos minutos? Me encantaría que revisara la sala de estar antes de la ceremonia. Vale más asegurarse de que todo este perfecto, ¿no le parece? Os la devolveré enseguida. -Carla le puso una copa de champán en la mano y la saco de la habitación.
-¡Uau! -exclamo Alison echándose a reír.
Durante una hora Pau estuvo repartiéndose entre las suites del novio y de la novia. Entre perfume y tules, gemelos y fajines. Se deslizo luego hacia los dominios de la novia, dio vueltas alrededor de las damas mientras estas se vestían unas a otras y finalmente descubrió a Alison sola, de pie ante su vestido de boda.
<<Esto lo resume todo -pensó Pau mientras encuadraba en silencio la foto-. El asombro, la alegría... y una leve nota de nostalgia.>> Disparo en el momento en que Alison alargaba la mano para rozar la pedrería del cuerpo.
El momento decisivo, Pau lo sabia; el instante en que los sentimientos de la mujer se reflejan en su cara.
Luego pasó, y Alison se la quedó mirando.
-No esperaba sentirme así. Soy muy feliz. Estoy muy enamorada de Rod, y preparada para casarme con él. Pero noto una opresión aquí arriba. .. -Y se rozo el pecho, por encima del corazón-. No son los nervios.
-Tal vez un poco de tristeza. Hoy termina un período de tu vida y es normal que te sientas triste porque te estas despidiendo. Pero yo sé lo que te conviene. Espera y veras.
Al cabo de un rato, Pau llego acompañada de la abuela de la
novia. Y se retiró unos pasos.
La juventud y la vejez, pensó. El principio y el final, los vínculos y la constancia. Y el amor.
Fotografío el abrazo, aunque no era aquello lo que buscaba
.
Retrato el brillo de las lágrimas, pero no, tampoco era eso.
Entonces Alison inclino la frente hacia su abuela y, a pesar de esbozar una sonrisa, una lágrima se deslizo por su mejilla. A su espalda, la viveza refulgente del vestido daba una nota de luz.
Perfecto. La mariposa azul.
Tomó unas instantáneas improvisadas del ritual de la novia poniéndose el vestido y luego hizo los retratos oficiales con una luz natural exquisita. Como había supuesto, Alison se presto a desafiar el frío y salir a la terraza.
Pau no hizo caso de la voz de Carla, que sonaba por los auriculares, y salió corriendo hacia la suite del novio para repetir el mismo ritual con Rod.
Al regresar a la habitación de la novia, adelanto a Carla en el pasillo.
-Necesito que el novio y sus padrinos bajen, Pau. Llevamos un retraso de dos minutos.
-¡Qué terrible! -exclamó Pau fingiendo estar horroriza antes de colarse en la suite de la novia.
-Los invitados ya están sentados -anunció Carla por los auriculares unos minutos después-. El novio y los testigos están tomando posiciones. Emma, ve a buscar a la novia y a las damas.
-Voy.
Pau se escabullo de la suite y se coloco al pie de la escalera mientras Emma organizaba a las damas de honor.
-La comitiva esta lista. Pon música.
-Música -dijo Carla-. Que salga el cortejo nupcial.
La niña de las flores no tendría problemas por no haberse echado la siesta, pensó Pau mientras la damita bajaba la escalera casi bailando. La pequeña se detuvo como una veterana ante las indicaciones de Laura y luego, vestida como una hada, siguió caminando con paso digno por el vestíbulo y la enorme sala de recepciones hasta enfilar el pasillo que delimitaban las sillas.
Las damas la seguían, resplandecientes en plata, y al final iba la dama de honor vestida de oro.
Pau se puso en cuclillas para enfocar a la novia y a su padre cuando ambos aparecieron en lo alto de la escalera, cogidos de la mano. La música que anunciaba a la novia empezó a sonar y el hombre se llevó la mano de su hija a los labios y a la mejilla.
Pau disparó y notó que los ojos le escocían.
¿Dónde estaba su padre? ¿En Jamaica, en Suiza, en El Cairo?
Apartó ese pensamiento de su mente para mitigar el dolor que le había provocado e hizo su trabajo.
A la luz de las velas que había colocado Emma, capto sonrisas y lagrimas. Recuerdos. Y permaneció invisible y aislada.
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