domingo, 9 de abril de 2017

CAPITULO 47 (CUARTA HISTORIA)





NEVÓ, Y CAYÓ UNA NIEVE PRECIOSA Y ESPONJADA. A mediodía Paula ya tenía despejados el aparcamiento y los caminos de acceso, y la novia estaba echada arriba, disfrutando del masaje de piedras calientes que sus amigas le habían regalado para el día de su boda.


La entrada y la escalera resplandecían gracias al trabajo realizado por Emma y su equipo. Unos cirios inmensos agrupados de tres en tres flanqueaban la amplia entrada al salón principal, con multitud de flores en ricas tonalidades a sus pies, de blanco marfil.


Al anochecer, parpadearon y se encendieron miles de luces en el exterior de la casa y en el bosquecillo de pinos diminutos, alineado en macetas plateadas a lo largo del sendero. Las velas iluminaban las ventanas, de las que colgaban guirnaldas de flores rematadas en largas cintas blancas.


Esta casa, pensó Paula mientras daba una vuelta para comprobar todos y cada uno de los detalles, era una celebración que brillaría y centellearía durante toda la noche.


Emma se había superado y, con el factor añadido de la nieve, los invitados pasearían por ese país de las maravillas invernal y entrarían por el porche ornamentado con guirnaldas donde unas poinsettias blanco nupcial se arracimaban en unos elegantes árboles flanqueando la escalera.


Paula fue poniendo en práctica el programa matinal como un general avezado que se preparara para la campaña más importante de su carrera militar, recorriendo en zapatillas de deporte estancia por estancia, piso por piso, alabando, levantando la moral y dando órdenes.


—Cuando empiece la fiesta estarás agotada. —Dani la detuvo en plena marcha poniéndole las manos en los hombros—. Tómate un respiro. Pensé que Mónica, la chica de la tienda de vestidos de novia, te sustituía hoy.


—Llegará con Susan dentro de media hora. ¿Cuál es la situación de Sebastian?


—Firme y en su puesto, capitana.


—Hablo en serio, Dani. ¿Necesita algo? Si habéis estado despiertos hasta la madrugada bebiendo y jugando al póquer...


—A las doce y media ya lo habíamos metido en la cama, como nos ordenaste. Los demás nos quedamos hasta las tantas bebiendo y jugando al póquer.


Paula entrecerró los ojos y se fijó en que su hermano tenía la mirada despierta y descansada.


—Ve a comprobar qué tal está. No quiero que se acerque por aquí hasta las tres y media.


—Su padrino lo tiene controlado. Bob es peor que tú con las listas y los horarios. Irá al estudio y recogerá al novio a las tres y cuarto.


—Entonces ven a ayudarnos. El equipo de Emma está trabajando en el solárium con la segunda unidad, que está montando la cena.


—Jeronimo está a las órdenes de Emma.


—¿Jeronimo está aquí? ¿Y Pedro?


—Acompañando a Sebastian. Hemos pensado que alguien debía hacerle compañía, por si se le ocurre salir corriendo.


—Muy gracioso, pero está bien que alguien acompañe a Sebastian. Ahora iba a acercarme para comprobar qué tal estaba, pero si Pedro está con él, iré a ver a Maca. Ve a decirle a Laura que tiene una hora y veinte minutos, y que luego se presente en la suite de la novia.


—Si la pillo en plena faena se abalanzará sobre mí con el cortador de la pasta en la mano.


—Quien no arriesga no gana.








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