domingo, 5 de marzo de 2017

CAPITULO 50 (SEGUNDA HISTORIA)





Paula pasó una hora ordenando alegremente la compra, distribuyendo los girasoles que había traído de su casa para
decorar el mármol de la cocina de Pedro y estudiando cómo iba a arreglar los maceteros.


Había acertado al pensar que quedarían perfectos junto a la puerta. Mientras plantaba salvia roja tras el heliotropo púrpura, decidió que el conjunto ganaría con unas notas de
color atrevidas e intensas. La combinación de plantas que había elegido daría flores y colorido al espacio durante toda la temporada.


El efecto mejoraría cuando la lobelia creciera en cascada y la verbenácea desbordara el macetero.


Sus plantas recibirían cálidamente a Pedro cuando este subiera por la escalera. Y además, pensó sonriendo con timidez, actuarían de recordatorio y le harían pensar en la mujer que había dispuesto esa bienvenida.


Se puso de cuclillas y examinó el efecto final.


—Es una preciosidad, si me está permitido decirlo.


Después de apilar los tiestos vacíos y los paquetes de abono, Paula cambió de posición y se dispuso a repetir el arreglo floral en la segunda urna.


Se preguntó si Pedro tendría una regadera, pero dedujo que era improbable. Tendría que habérsele ocurrido antes, aunque ya se las arreglarían hasta que él comprara una.


Contenta de remover la tierra, Paula tarareaba al son de la radio que había encendido.


A los maceteros de la entrada principal les faltaba garra, pensó sin abandonar la tarea. Intentaría completarlos a la semana siguiente.


Cuando terminó, barrió la tierra esparcida y guardó en el coche las cajas, los tiestos de plástico y las herramientas de jardinería. Se sacudió la tierra de las manos y alzó los ojos
para admirar su obra.


Siempre había creído que las flores eran esenciales en una casa. Y ahora Pedro ya contaba con ellas. Por otro lado, era de la opinión de que si se plantaban con amor, crecían más sanas. Siguiendo esa teoría, se mantendrían espectaculares hasta que llegaran las primeras heladas.


Consultó el reloj y corrió escalera arriba.


Quería lavarse y empezar a preparar la cena, sobre todo teniendo en cuenta que había decidido añadir un aperitivo al menú.




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