jueves, 9 de marzo de 2017

CAPITULO 2 (TERCER HISTORIA)





Por la mañana, tras seis horas de un sueño reparador, Paula se obsequió con una sesión rápida en el gimnasio antes de vestirse para ir a trabajar. Pasaría la mayor parte del día encadenada a su cocina, pero antes de dar comienzo a esa rutina, tenía que acudir a la reunión general que precedía a las celebraciones.


Paula bajó a toda prisa del ala que ocupaba en el tercer piso y se dirigió a la cocina, situada en la planta baja. En ese momento la señora Grady estaba preparando una bandeja con fruta.


—Buenos días, señora Grady.


El ama de llaves arqueó las cejas.


—Pareces animada.


—Me siento animada. Y decidida —dijo Paula mostrándole los puños y flexionando la musculatura—. Quiero café, todo el que tenga.


—Carla se lo ha llevado arriba. A ti te toca subir la fruta y estas pastas. Come fruta. No deberías empezar el día con un bollito glaseado.


—Como usted diga, señora. ¿Han venido las demás?


—Todavía no, pero he visto salir la camioneta de Jeronimo hace un rato, y supongo que Sebastian se presentará con carita de pena esperando que le prepare un desayuno decente.


—Me largo. —Paula cogió las fuentes y las sostuvo en equilibrio como la camarera experta que había sido en otro tiempo.


Subió con ellas a la biblioteca, que en la actualidad era la sala de reuniones de Votos. Carla estaba sentada a la mesa principal y había colocado el servicio de café en el mueble aparador. Como siempre, ya tenía su BlackBerry al alcance de la mano. Se había peinado con una cola de caballo, lisa y brillante, que le despejaba el rostro, y llevaba una camisa blanca y almidonada para transmitir la seriedad que requería su trabajo. Iba tomando café mientras consultaba unos datos en su ordenador portátil con esos ojos azul medianoche a los que Paula sabía que no se les escapaba nada.


—Provisiones —anunció Paula. Dejó las bandejas sobre el mueble aparador y se apartó tras la oreja el pelo cortado a la altura del mentón antes de seguir las recomendaciones de la señora Grady y servirse un cuenco de frutos del bosque—. No estabas en el gimnasio esta mañana. ¿A qué hora te has levantado?


—A las seis, y ha sido una suerte porque la novia del sábado por la tarde ha llamado pasadas las siete. Su padre ha tropezado con el gato y tal vez se haya roto la nariz.


—Vaya…


—Está afectada, pero sobre todo porque no sabe el aspecto que tendrá el hombre el día de la boda, ni cómo quedará en las fotografías. Llamaré a esa maquilladora que es una artista a ver qué se puede hacer.


—Siento la mala suerte que ha tenido el PDNA, pero si todos los problemas del fin de semana van a ser como este, estamos en racha.


Carla le hizo una señal de advertencia.


—No vayas a ser gafe ahora.


Maca entró a zancadas, alta y esbelta, con unos tejanos y una camiseta negra.


—Hola, compañeras del alma.


Paula entornó los ojos cuando vio la sonrisa franca y los ojos verdes adormilados de su amiga.


—Has tenido sexo esta mañana.


—Esta mañana he tenido un sexo estupendo, gracias. —Maca se sirvió una taza de café y tomó una magdalena—. ¿Y tú?


—Zorra.


Maca estalló en una carcajada, se dejó caer en una silla y estiró las piernas.


—Me quedo con mi ejercicio matutino en lugar de tu rutina gimnástica y tu máquina de musculación.


—Y encima mala y mezquina —afirmó Paula metiéndose una mora en la boca.


—Me encanta el verano porque el amor de mi vida no tiene que levantarse y marcharse temprano a iluminar las mentes de los jóvenes. —Maca abrió su ordenador portátil—. Ahora me siento preparada para dedicarme al trabajo en cuerpo y alma.


—Es posible que el PDNA del sábado por la tarde se haya roto la nariz —le contó Carla.


—Menudo desastre. —Maca frunció el ceño—. Puedo arreglarlo con el Photoshop si quieren, pero para mí eso es hacer trampa. Hay que tomar las cosas como vienen, y en mi opinión esta anécdota acabará siendo un recuerdo divertido.


—Ya veremos qué piensa la novia cuando su padre vuelva del médico. —Carla miró hacia la puerta, por donde entraba Emma corriendo.


—No llego tarde. Todavía faltan veinte segundos. —Con sus negros rizos al viento, se dirigió hacia el aparador del café—. He vuelto a dormirme. Después.


—Oh, a ti también te odio —musitó Paula—. Hay que instaurar otra norma: prohibido fardar en las reuniones de trabajo de haber practicado sexo si la mitad de sus miembros no lo han hecho.


—Secundo la moción —añadió Carla de inmediato.


—Ayy… —Emma rió y se sirvió fruta en uno de los cuencos.


—El padre de la novia del sábado por la tarde tal vez se haya roto la nariz.


—Ayy… —repitió Emma, preocupada sinceramente por la noticia que acababa de darle Maca.


—Nos ocuparemos de eso cuando tengamos más datos. De todos modos, pase lo que pase, en realidad el asunto solo nos concierne a Maca y a mí. Te mantendré informada —le dijo Carla a Maca—. Empecemos por la celebración de esta noche. Los acompañantes de los novios, los familiares y los invitados que venían de fuera ya han llegado. La novia, la MDNA y las damas llegarán a las tres para la sesión de peluquería y maquillaje. La MDNO tenía cita en su peluquería y llegará antes de las cuatro, con el PDNO. El PDNA llegará con su hija. Procuraremos distraerlo y darle alguna ocupación hasta el momento de salir en las fotos oficiales. Maca…


—El vestido de la novia es una preciosidad. Es romántico, de inspiración vintage. Resaltaré eso.


Mientras Maca iba detallando el plan previsto y el horario, Paula se levantó para servirse otra taza de café. Tomó notas de vez en cuando mientras Maca hablaba, y cuando le tocó el turno a Emma, siguió anotando. Paula había concluido prácticamente su trabajo y solo intervenía cuando y si su opinión era necesaria.


Era una dinámica de trabajo que habían perfeccionado desde que Votos pasó de ser una idea a convertirse en una realidad.


—Paula —dijo Carla.


—El pastel está terminado y es de campeonato. Pesa mucho, por eso me hará falta que lo acarreen nuestros ayudantes hasta donde se celebra la recepción, pero el diseño no requiere que tengamos que montarlo in situ. Emma, necesitaré que pongas la cinta y los pétalos de rosa blancos cuando el pastel esté en su lugar; con eso bastará hasta el momento de servirlo. La pareja no ha querido el pastel del novio y se ha decantado por un surtido de pastelitos y bombones en forma de corazón. Ya los he preparado. Los serviremos en una vajilla de porcelana blanca que lleva una cenefa de blonda para que haga juego con el diseño del pastel. El mantel de hilo donde lo presentaremos es de color azul claro, con una vainica bordada. El cuchillo y la pala de servir son de los novios. Pertenecieron a la abuela de la novia y tendremos que estar atentas para que no desaparezcan.
»Hoy me pasaré casi todo el día trabajando con los pasteles del sábado, pero habré terminado hacia las cuatro por si alguien me necesita. Al final los ayudantes envolverán el pastel que haya sobrado en unas cajitas con una cinta azul en la que hemos grabado los nombres de los novios y la fecha de la boda. Procederemos igual si sobran bombones o pastelitos. Maca, me gustaría que sacaras una fotografía del pastel para mis archivos. Este diseño no lo había hecho nunca.


—Cuenta con ello.


—Emma, necesito las flores para el pastel del sábado por la noche. ¿Me las traerás cuando vengas a adornar la recepción de hoy?


—Claro.


—¿Puedo plantear un tema personal? —Maca había levantado una mano para reclamar la atención de todas—. Nadie ha mencionado que mi madre se casa, de nuevo, mañana en Italia. Por suerte, eso queda a muchísimos kilómetros de nuestro feliz hogar de Greenwich, en Connecticut. De todos modos, hoy me ha llamado sobre las cinco de la mañana. Lourdes no acaba de entender que existen zonas horarias y, en fin, digámoslo claro, le importa un bledo.


—¿Por qué no has dejado sonar el teléfono? —preguntó Paula a pesar de ver que Emma consolaba a Maca dándole unos golpecitos en la pierna.


—Porque habría sonado sin parar, y ahora intento lidiar con ella… en mis términos, para variar. —Maca se pasó la mano por el cabello rojo intenso que llevaba cortado a lo chico—. Ha habido, como era de esperar, lágrimas y reproches, porque resulta que ha decidido que quiere que asista a la boda, al contrario que la semana pasada, que no quería. Como no pienso subirme de un salto a un avión para ver cómo se casa por cuarta vez, sobre todo teniendo en cuenta que esta noche tengo una celebración, mañana dos y el domingo otra más, no me habla.


—Ojalá dure.


—Paula… —musitó Carla.


—Lo digo en serio. Tú lograste cantarle las cuarenta —le recordó Paula—, y yo no tuve ocasión. Es algo que me quema por dentro.


—Y lo aprecio —intervino Maca—. De verdad. Pero como veis, no estoy muerta de miedo, no me revuelvo en el fango de la culpa y ni siquiera estoy cabreada. Creo que encontrar a un hombre sensato, tierno y de carácter firme solo me ha dado ventajas. Y a esas ventajas sumo el hecho de poder disfrutar de un sexo matutino absolutamente increíble. Todas me habéis apoyado cuando he tenido que enfrentarme a Lourdes, habéis intentado ayudarme para que no me afectaran sus exigencias y sus arrebatos de locura. Supongo que Sebastian ha contribuido a inclinar la balanza y ahora puedo lidiar con esto sola. Quería que lo supierais.


—Pues yo, solo por eso, practicaría el sexo con él todas las mañanas.


—Aparta tus manos de él, Chaves, pero gracias por la intención. En fin… —Maca se levantó—. Quiero terminar unas tareas antes de centrarme en la celebración de hoy. Volveré y tomaré unas fotos del pastel.


—Espera, voy contigo —dijo Emma levantándose de golpe—. Vuelvo enseguida para reunirme con el equipo y poner los pétalos de rosa en tu pastel, Paula.


Cuando se marcharon, Paula se quedó pensativa.


—Lo ha dicho en serio.


—Sí, eso parece.


—Y no le falta razón. —Paula se tomó un minuto más para reclinarse en la silla y disfrutar del café—. Sebastian es el único que ha sabido abrir su corazón. Me pregunto cómo será contar con un hombre que sea capaz de eso, que pueda ayudarte así, sin agobiarte. Que sepa amarte. Supongo que, bien pensado, le envidio más eso que lo del sexo. —Se encogió de hombros—. En fin, vale más que me ponga a trabajar.






No hay comentarios:

Publicar un comentario