jueves, 30 de marzo de 2017

CAPITULO 17 (CUARTA HISTORIA)





ANTES DE ENCONTRARSE CON SUS SOCIAS y celebrar la reunión matinal para organizar los actos del día, Paula hizo su tanda de ejercicios, se duchó, se vistió para afrontar el largo día y repasó los archivos.


La boda del viernes por la noche había ido como la seda y tan solo había requerido el trance habitual de arreglar problemas técnicos y tomar decisiones rápidas entre bambalinas.


Por suerte para todos los implicados, Jaci había dado el sí a Griff.


Ese día, con dos actos programados, tenían más del doble de trabajo. La sincronización, siempre un ingrediente esencial, se volvió crucial e incluyó el montaje de la boda del mediodía, con setenta y cinco invitados, el desmontaje y volver a decorar la escena para el acto de la noche.


Paula sabía que Emma y su equipo se encargaban del trabajo puramente físico, trasladando flores y material, decorando los espacios exteriores e interiores (dos veces) y, entre medio, deshacer el montaje por completo. La mayor parte del trabajo de Laura (pasteles, pastelitos y bombones) estaría terminado antes del primer acto y solo quedaría montarlo todo. Por lo tanto, ella podría ser quien se encargara de rellenar huecos y colaborar con los del catering.


Maca tendría que estar en todas partes, antes y durante los actos, y con Paula, se ocuparía de la tarea fundamental de procurar que los novios estuvieran contentos y siguieran el horario previsto, y además de dirigir al cortejo nupcial y a los padres.


Comprobó su botiquín de emergencia: apósitos adhesivos, pastillas de menta para el mal aliento, aspirinas, bloc y lápiz, un cepillo pequeño para el pelo, un peine, una lima de uñas, toallitas húmedas, quitamanchas, un encendedor, líquido para limpiar las gafas y una navaja suiza que incluía un par de tijeras.


Se tomó su segunda y última taza de café mientras repasaba su hoja de cálculo haciendo hincapié en las áreas donde podía haber problemas potenciales. Cuando ya estaba lista para empezar, entró Laura como una exhalación.


—No quiero preparar ni una sola violeta más durante diez años, pero, chica, ese pastel de boda Flores del campo es una preciosidad. Bravo por mí.


—Bravo por ti. ¿Cómo tenemos el Encaje?


—Aunque esté mal que yo lo diga, es impactante. —Laura se sirvió una taza de café y tomó una magdalena—. Emma ya está decorando la entrada con su equipo. Nuestro primer acto, el tema campestre y desenfadado, será precioso. Subirá cuando haya terminado con las urnas de delante. Quiere hacerlo en persona.


Se dejó caer sobre una silla.


—¿Qué? ¿Ha llamado Pedro?


—¿Por qué tendría que haber llamado?


—¿Para hablar con su motera cachonda?


—¡Qué mona eres!


—Lo soy. —Laura se dio unos golpecitos en el pelo, que ya se había recogido en alto para trabajar—. Lo soy y mucho. ¿Por qué no lo llamas tú?


—¿Por qué habría de hacerlo?


Regodeándose con la situación, Laura se acodó en la mesa y apoyó el mentón entre las manos.


—Dani cree que todo esto es raro, pero no se siente tentado (todavía) a darle una paliza a Pedro.


—¡Qué autocontrol!


—Para Daniel lo es cuando se trata de ti. Podría decirle que le dijera a Pedro que te llamara.


—¿Y ahora volvemos al instituto?


—Es divertido.


Paula hizo un gesto de resignación.


—Ni siquiera fue una cita. Una no cita y un par de besos.


—Unos besos húmedos y calientes.


—Da igual —dijo Paula en el momento en que Maca entraba paseando.


—Buenos días a las dos. ¿Ha llamado Pedro?


—No, ¿y no podríamos todas...?


—Tendrías que llamarlo. Prueba a charlar con el contestador. —Como había hecho Laura, Maca se dirigió a la cafetera—. Sebastian y yo teníamos unas charlas fantásticas con el contestador. Todavía lo hacemos alguna que otra vez. O prueba con el correo electrónico. Emma y Jeronimo se dedicaron a enviarse correos sexis. A fin de cuentas, tienes la BlackBerry fusionada a la mano, o sea que sería fácil.


—Lo tendré presente por si llega el momento de «nunca jamás». Y ahora, ¿podríamos quizá, no sé, hablar de los dos actos importantes que hemos de organizar y por los que vamos a cobrar?


—Eres tan estricta....


Emma entró disparada con una Diet Pepsi en una mano y su portátil en la otra.


—Me siento como si hubiera corrido ya unos ocho kilómetros. ¿Ha...?


—No. —Paula no llegó a espetarle la respuesta, pero casi—. Pedro no ha llamado. No, no voy a llamarlo, ni a dejarle un mensaje en el contestador o a escribirle un correo. ¿Eso te lo aclara todo?


—Podrías llevarle el coche para que te hiciera la revisión. No, eso ya lo ha hecho. Podrías llevarle la camioneta —decidió Emma—. No, eso lo hizo hace un par de meses y... caray, menudo sermón me echó. A lo mejor...


—A lo mejor podríamos ponernos a trabajar.


—Está enfadada porque no la ha llamado —dijo Laura.


—No estoy enfadada porque él...


—Más bien fastidiada. —Maca hizo un mohín con aire reflexivo—. Ese es su tono de fastidio.


—Si estoy fastidiada, es contigo.


Ignorándola, Laura se dirigió a Maca.


—Probablemente será uno de esos tíos que siguen la norma de los tres días.


—Esa norma es estúpida.


—¡Desde luego! —exclamó Emma—. ¿A quién se le ocurre algo así?


Maca se zampó un trozo de magdalena.


—A personas como Paula.


Paula la despachó de un gesto.


—Avisadme cuando hayáis terminado. No hay prisa, ninguna prisa. Solo tenemos a una novia, a su cortejo nupcial y al equipo de peluquería y maquillaje, que llegarán dentro de sesenta y cinco minutos. No hay por qué inquietarse.


—¿Recordáis cuando Paula salía con ese tío? El que tenía aquello, eso que...


Maca se rozó la barbilla con el pulgar y el índice.


—¿Ese tío? —bufó Laurel—. Ese tío no nos gustó.


—Nunca te miraba a los ojos. —Emma gesticuló con la botella en la mano.


—Y además daba unas risotadas... —asintió Maca, prudente—. No conozco a ningún tío que dé esas risotadas. No creo que puedas fiarte de uno que va dando risotadas.


Como suele pasar entre las amigas de toda la vida, Paula supo exactamente de quién estaban hablando. Empezó diciendo que solo había salido con él unas cuantas veces, y luego, por prudencia (o por tozudez) no dijo nada más.


—Es verdad —coincidió Emma, y sonrió a Paula—. Y como no nos gustó ni nos parecía de fiar, no hablamos demasiado de él. Contigo.


—Pero como Pedro nos gusta, hay mucho de que hablar.


A Paula esos comentarios le parecieron acertados, y se limitó a suspirar.


—Vale, pero en estos momentos no hay nada de que hablar. Puede que nunca haya nada de que hablar. Si hubiera algo, vosotras seríais las primeras en saberlo.


—Me parece justo. —Laura miró a sus amigas y estas asintieron—. Trato hecho, entonces. —Trazó en el aire el gesto imaginario de borrar una pizarra—. Pasemos al trabajo.


—Excelente, como también lo es la previsión del tiempo para hoy. En general soleado, pocas posibilidades de lluvia, vientos suaves, el tiempo que cabe esperar en la estación. Parece que en el acto de los Gregory-Mansfield de esta mañana no hay áreas de peligro, problemas específicos o líos que controlar.


—Lo típico entonces —terció Laura.


—Exacto. Esta mañana he hablado con la novia, y se encuentra bien. Me ha dicho que anoche charló largo y tendido con su madre, que lloraron juntas y sacaron todo lo que llevaban dentro.


—Me gusta esta chica —opinó Emma bebiendo su refresco—. Y no estamos obligadas a que nos gusten las novias, o sea que eso es un valor añadido.


—Ha sido fenomenal trabajar con ella —coincidió Paula—. A por el horario.


Y repasó ese horario, punto por punto, confirmando la disposición de sus socias y sus necesidades.


—Las flores son un encanto, abundan las violetas.


—No me hables de violetas. —Laura arqueó los hombros—. Preparé casi doscientas para el pastel.


—Todo es como un prado de violetas—prosiguió Emma—. El porche y las suites del novio y de la novia están terminados, igual que el vestíbulo, la escalera y prácticamente todos los espacios interiores. Todavía estamos terminando los exteriores, y voy a tener que reincorporarme pronto. Los carritos de flores que hemos diseñado serán impactantes, y a la novia le van a en cantar las regaderas pequeñitas llenas de esas flores que no puedo nombrar que había en las mesas durante la recepción.


—Tomaré fotos de la llegada —añadió Maca—, y luego me pegaré a la novia y a su cortejo nupcial hasta que me aviséis de que el novio viene hacia aquí. Plasmaré el momento en que llegue, y luego volveré con la novia para tomarle unas instantáneas durante la sesión de peluquería y maquillaje, mientras se ponga el vestido también... e iré alternando todo eso con el novio y el cortejo. Tengo unas ideas muy concretas para las fotos oficiales, en el exterior. 
Aprovechando los impactantes carritos de flores de Emma.


—El pastel está terminado. Este no habrá que montarlo. Emma y yo podemos adornar el pastel y las mesas de los postres durante el aperitivo.


—Creo que desmontar el primer acto y luego dedicarnos al segundo será lo más complicado de hoy. —Paula repasó el horario con un dedo—. Todo se basará en la sincronización.


—No será la primera ni la última vez —comentó Laura encogiéndose de hombros—. El pastel del segundo acto sí tendrá que montarse in situ, pero eso se nos da bien. El pastel del novio está terminado, y los postres, casi. Ahí necesitaré una hora más o menos, que podré arañar antes de que empiece el primer acto.


—Ya he hablado con mi equipo de la sincronización —intervino Emma soltando el aire—. Echaremos el bofe, pero lo conseguiremos. Empezaremos por el gran salón tan pronto como los invitados se trasladen al salón de baile. Los doce ramos están terminados, y la poma y la diadema de las tres niñas, sí, he dicho tres, que llevarán las flores. Me irá bien contar con un par de manos extra, piernas, espaldas o lo que sea. Jeronimo y Daniel arrimarán el hombro, y Sebastian también, cuando Maca no lo necesite. Todo saldrá bien.


—Zonas problemáticas —retornó la palabra Paula—. A Henry, el hermano del PDNO, le encanta el vodka y cuando se pasa con lo que más le gusta, tiende a dar palmaditas y pellizcos, a tocar como no corresponde los traseros de las mujeres. Lo vigilaré, pero me iría bien contar con más pares de ojos. La MDNA está enemistada con su suegra desde hace muchos años. Me han asegurado que han pactado una tregua para hoy. Sin embargo, las emociones y el alcohol, como todas sabemos, a menudo terminan con esas treguas. La HDNA —prosiguió Paula refiriéndose a la hermana de la novia— se divorció hace unos tres años más o menos del amigo íntimo del novio, que será quien reciba a los invitados. La separación no fue amistosa, o sea que ahí puede haber otra posible zona problemática.


»Muy bien —añadió—. Repaso rápido a la sincronización.





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