viernes, 3 de febrero de 2017

CAPITULO 9 (PRIMERA HISTORIA)






-¿Has quedado con ella en El Café de la Amistad? ¿Pero tú estás bien de la cabeza?


Pedro, con el ceño fruncido, metió sus informes y libros en el maletín.


-¿Qué tiene de malo esa cafetería?


-Es donde se reúnen los profesores y los alumnos.- Bob Tarkinson, un profesor de matemáticas que se autoproclamaba experto en asuntos del corazón, sacudió la cabeza con tristeza-. Cuando quieres ligarte a una mujer, te la llevas a tomar una copa. A un bar agradable, Pedro. Un lugar con cierto ambiente, íntimo.


-Salir con una mujer no quiere decir ligar con ella.


-Si no ligas con una, ligas con otra.


-Estás casado -señaló Pedro-. Y, además, con un bebé en camino.


-Por eso sé exactamente de qué hablo. -Bob se apoyó en la mesa de Pedro y su agradable rostro adoptó una expresión sabia-. ¿Crees que conseguí que una mujer como Amy se casara conmigo invitándola a una taza de café? Y una mierda. ¿Sabes lo que inclinó la balanza en nuestro caso?


-Sí, Bob. -<<Lo sé porque me lo has contado mil veces. >>-Cocinaste para ella en vuestra segunda cita y Amy se enamoró gracias a tus croquetas de pollo.


Bob, con cara de sabio, levantó el dedo a modo de advertencia.


-Nadie se enamora delante de un café con leche, Pedro. Créeme.


-En realidad, ella ni siquiera me conoce. Por lo tanto, todo esto del enamoramiento no cuenta para nada. Estás poniéndome nervioso.


-Estabas nervioso antes. Vale, has metido la pata con el café, pero veamos qué pasa. Si después de esto todavía te interesa, mañana la llamas otra vez. Mañana como muy tarde. Y la invitas a cenar.


-No pienso preparar croquetas de pollo.


-Pero si cocinas que da asco, Alfonso... Además, esto de quedar a tomar café no es una primera cita oficialmente. Invítala a cenar fuera. Cuando estés listo para cerrar el trato, te daré una receta. Será sencilla.


-Joder... -Pedro se frotó el entrecejo para aliviar la tensión-. Por eso prefiero no quedar con mujeres. Menuda tortura.


-No sales con mujeres porque Corina hundió tu autoestima. Es estupendo que vuelvas a salir al ruedo, sobre todo si es con alguien de fuera de nuestro ambiente. -Bob dio unas palmaditas a Pedro en el hombro en señal de apoyo-. ¿A qué me habías dicho que se dedica?


-Es fotógrafa. Tiene una empresa y organiza bodas con tres amigas más. Les hemos encargado la boda de Silvia. Nosotros...Paula y yo...coincidimos en el instituto unos cinco minutos.


-Espera, espera... ¿Paula es la pelirroja de quien te enamoraste en el instituto?


Pedro, vencido, volvió a frotarse el entrecejo.


-No hubiera tenido que contártelo. Por esto es por lo que nunca bebo.


-Pero, Pedro, esto es el destino. -El entusiasmo de Bob saltaba a la vista-. El regreso del empollón. Tienes la gran suerte de retomar una oportunidad perdida.


-Solo tomaremos un café -musitó Pedro.


Henchido de entusiasmo, Bob se incorporó de un salto, copio una tiza y dibujó un círculo en la pizarra.


-Está claro, estás en el círculo. Estás completándolo, y eso significa que tomamos el punto A y el punto B... -Bob marcó dos puntos en el interior del círculo y los conectó en sentido horizontal- y los llevamos hasta el punto C. -Dibujó otro punto en el vértice, que luego unió a los restantes trazando dos diagonales-. ¿Lo ves?


-Sí, veo un triángulo dentro de un círculo. Tengo que marcharme.


-¡Es el triángulo del destino dentro del círculo de la vida!


Pedro levantó su maletín.


-Ve a casa, Bob.


-No puedes ir en contra de las matemáticas, Pedro. Siempre perderás.


Pedro atravesó a toda rapidez la escuela, casi vacía ya, mientras sus pasos resonaban tras de sí





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