viernes, 3 de febrero de 2017
CAPITULO 11 (PRIMERA HISTORIA)
El breve respiro del que disfrutaban en enero dejó a Pau con demasiado tiempo libre en sus manos. Sabía que podría emplearlo para organizar su archivo y actualizar sus páginas Web, ordenar el lío impresionante que tenía en el armario o poner al día la correspondencia atrasada. También podría emplearlo leyendo un buen libro o calentando el sofá mientras disfrutaba de un DVD y unas palomitas.
Sin embargo, como no podía parar quieta, terminó desplomándose en el confidente que Carla tenía en su despacho.
-Estoy trabajando -dijo esta sin levantar la vista.
-¡Que alguien llame a la prensa! Carla esta trabajando.
La susodicha siguió tecleando en el ordenador.
-Después de este descanso hay reservas para varios meses. Hablamos de meses, Pau. Este va a ser nuestro mejor año. De todos modos, todavía nos quedan dos semanas libres en agosto. Estoy pensando en ofrecer algún paquete para finales de verano, algo que atraiga a los que quieren bodas sencillas. Sería estilo montaje rápido. Podríamos desarrollar la idea cuando abramos la casa en marzo, si antes no hemos pillado alguna reserva.
-Salgamos.
-¿Eh?
-Salgamos fuera. Las cuatro. Seguro que Emma ya ha quedado, pero la obligaremos a que anule su cita y dejaremos destrozado a algún pobre tipo que ninguna de nosotras conoce. Será divertido.
Carla dejó de escribir y giró la silla hacia Pau.
-¿Salir adónde?
-Me da igual. Al cine, a un bar de copas... A beber, a bailar, a putañear... Alquilemos una limusina, vayamos a Nueva York y montémonos una juerga.
-Quieres alquilar una limusina para ir a Nueva York a tomar unas copas, a bailar y a putañear.
-Vale, dejemos correr lo último. Salgamos de aquí, Carly. Vayamos de juerga esta noche.
-Mañana tenemos dos entrevistas largas donde hemos de estar las cuatro, aparte de las citas de trabajo.
-¿Y qué? -exclamó Pau alzando las manos-. Somos jóvenes y aguantamos lo que nos echen. Vayamos a Nueva York y rompamos los corazones y las pelotas a hombres que no conocemos ni pensamos volver a ver.
-Me has dejado muy intrigada. ¿Por qué quieres salir? ¿Qué te pasa?
Pau se levantó con ímpetu del confidente y empezó a caminar arriba y abajo. Aquel despacho era precioso.
«Perfecto como Carla», pensó. Colores suaves y sutiles.
Elegancia y clase con un refinamiento y una eficacia casi brutales.
-No me quito de la cabeza a un tío que piensa en mí. Y solo de pensar que está pensando en mí, me agobio. No sé si en realidad pienso en él porque él piensa en mí o si pienso en él porque es un encanto, es divertido, dulce y sexy. Pero es que viste de tweed, Carla... -Pau se detuvo y alzó las manos al cielo-. Los abuelos visten de tweed. Los viejos que salen en las antiguas películas inglesas visten de tweed. ¿Por qué encuentro sexy que él vista de tweed? Esta pregunta me tiene mareada.
-Hablamos de Pedro Alfonso.
-Sí, sí, de Pedro Alfonso. El doctor Pedro Alfonso... es el prototipo de catedrático de humanidades. Bebe té y habla de Rosalinda.
-¿Qué Rosalinda?
-¡Eso es lo que dije yo! -Sintiéndose apoyada, Pau giró en redondo- La Rosalinda de Shakespeare.
--Ah, Como gustéis.
-Cabrona, tenía que haber imaginado que lo sabrías. Eres tú quien debería salir con él.
-¿Por qué iba yo a salir con Pedro? Como si hubiera mostrado interés por mí...
-Porque fuiste a Yale. Y, joder, ya sé que no tiene nada que ver, pero si lo digo, es por algo. Me apetece salir a hacer burradas. Me niego a quedarme sentada esperando a que me llame. ¿Sabes cuándo fue la última vez que me rebaje a esperar que un tío me llamara?
-Veamos. .. Supongo que nunca.
-Exacto. No es mi estilo.
-¿Cuanto tiempo llevas esperando?
Pau echó un vistazo a su reloj.
-Unas dieciocho horas. Estaba colado por mí en el instituto. ¿Qué clase de hombre se te pone en bandeja diciéndote algo así? Me ha dado el control y eso me asusta. Vayamos a Nueva York.
Parker se balanceó en su silla.
-Si vamos a Nueva York a beber y a romper el corazón a desconocidos, ¿se arreglarán tus problemas?
-SÍ.
-Bien, entonces vamos a Nueva York. -Carla conectó el teléfono-. Ve a buscar a Laura y a Emma. Yo me encargo de los detalles.
-¡Bravo! -Pau bailó de alegría, se echó sobre Carla para plantarle un sonoro beso y salió disparada de la habitación.
-Sí, sí. .. -musitó Carla marcando decidida el número de la compañía de limusinas-. Ya veremos si mañana por la mañana tú y tu resaca seguís cantando y bailando.
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Wowwwwwwwww, qué buenos caps!!!!
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