domingo, 26 de febrero de 2017
CAPITULO 29 (SEGUNDA HISTORIA)
A última hora del día, con la cámara frigorífica bien provista de ramos, centros y arreglos florales para todo el fin de semana (y a sabiendas de que tendría que estar levantada a las seis de la mañana para completar lo que faltaba), Paula cayó rendida en el sofá.
—Supongo que tendrás que repetir la misma operación mañana —comentó Pedro—.Dos veces.
—Ajá.
—Y otra vez el domingo.
—Tú lo has dicho. Tendré que dedicar un par de horas el domingo por la mañana, antes de empezar con la decoración de la primera boda. Pero el equipo se ocupará del resto mientras yo me dedico a la celebración del sábado. A las dos celebraciones.
—Alguna vez os he ayudado, pero nunca pensé que... ¿Esto pasa cada fin de semana?
—En invierno el ritmo baja un poco — respondió ella acurrucándose y quitándose los zapatos con los pies—. De abril a junio es temporada alta, y luego hay un gran salto hasta septiembre y octubre. Aunque básicamente sí, esto pasa cada fin de semana.
—He echado un vistazo a tu cámara frigorífica cuando estabas trabajando. Está claro que necesitas otra.
—Por supuesto. Cuando empezamos el negocio, ninguna de nosotras imaginó que creceríamos tanto. No, miento. Carla sí. — La idea le arrancó una sonrisa—. Carla siempre lo pensó. Yo solo me imaginaba que podría ganarme la vida haciendo lo que me gustaba. —Movió los doloridos dedos de los pies y fue relajándose poco a poco—. Nunca pensé que llegaría el día en que todas nosotras tendríamos que hacer malabares para combinar los distintos actos con nuestras responsabilidades, los clientes y los subalternos. Es increíble.
—Podrías contratar más ayudantes.
—Quizá. A ti te pasa lo mismo, ¿no? — A Paula se le cerraron los ojos cuando Pedro, cogiéndola por los pies, empezó a masajearle los agarrotados dedos y las doloridas plantas —. Recuerdo cuando empezaste con tu empresa. Solo contabas contigo mismo básicamente. Ahora tienes personal y socios. Si no estás trabajando en unos planos, estás en una visita de obra o en una reunión con clientes. Cuando uno lleva su propia empresa, deja de contar las horas.
Paula volvió a abrir los ojos y cruzó la mirada con él.
—Y cada vez que contratas a alguien... aun cuando eso sea lo mejor, lo más conveniente, para ti y tu negocio... es como si perdieras algo.
—Me he dicho a mí mismo una docena de veces que tendría que contratar a Chip, y me he desdicho otras tantas, por esa razón precisamente. Lo mismo me pasó con Janis y luego con Michelle. Ahora he contratado a un interino para el verano.
—Es fantástico. Ostras, ¿nos estaremos volviendo veteranos? Me cuesta aceptarlo.
—El interino tiene veintiún años. Solo veintiún años. Me sentí como un anciano cuando lo entrevisté. ¿A qué hora tienes que empezar mañana?
—Déjame pensar... A las seis, supongo. Puede que a las seis y media.
—Tendría que dejarte dormir. —Con un gesto ausente, Pedro le acarició la pantorrilla—. Estás muy liada este fin de semana. Si te apetece, podríamos salir el lunes.
—¿Salir? ¿Te refieres a salir fuera? — Paula hablaba gesticulando—. ¿A algún lugar donde te dan de cenar y luego a un espectáculo?
Pedro sonrió.
—¿Qué tal si cenamos y luego vamos al cine?
—¿Cena y peli? Suena a música celestial.
—Entonces cogeré el arpa y te vendré a buscar el lunes. ¿A las seis y media te va bien?
—Me va bien. Muy bien. Tengo una pregunta —dijo ella desperezándose con descaro mientras se incorporaba—. Te has quedado esperándome hasta pasada la medianoche, ¿y ahora te vas a casa para que yo pueda dormir?
—Has tenido una jornada larguísima. — Pedro le dio un pellizco en la pantorrilla—. Debes de estar cansada.
—No tanto —objetó ella y, agarrándolo de la camisa, lo atrajo hacia sí.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Muy buenos los 3 caps. Cada vez se entienden mejor Paula y Pedro.
ResponderEliminar