miércoles, 22 de febrero de 2017

CAPITULO 16 (SEGUNDA HISTORIA)




Las cuatro se instalaron en la mesa rinconera de los desayunos. Al ver que Paula ya asía su primera taza de café, Maca alzó una mano.— Deja que cuente yo la primera parte, porque iré más rápida y a ti todavía te quedará alguna neurona cuando acabe mi explicación. Paula está colada por Pedro, pero se figura que Pedro y yo nos habíamos enrollado hace años, que habíamos practicado sexo. Por eso, siguiendo la norma de «prohibidos los ex»,Paula sufre en silencio.


—Yo no he sufrido durante todo este tiempo.


—Déjame a mí contar esta parte. El díade la recepción de la NMYA Pedro prueba el truco de «oh, estás tan agotada que voy a darte un masaje en los hombros», le da un morreo bestial y entonces suena el busca de Carla.


— Así que era eso lo que te pasaba... Gracias, señora Grady. —Carla le sonrió al ama de llaves y tomó una tortita de la fuente que esta había dejado sobre la mesa.


—Anoche, tras esperar una semana entera, ella fue a su casa para cantarle las cuarenta. Una cosa llevó a la otra y los dos terminaron rodando por el suelo, desnudos.


—Medio desnudos. Ni siquiera eso. Puede que nos quitáramos alguna prenda — puntualizó Paula—. Como mucho.


—Esta mañana nuestra amiga se ha disculpado conmigo por haber estado a punto de acostarse con mi imaginario ex.


—Como debe ser —intervino la señora Grady—. Ninguna amiga anda a la caza del novio de otra, aunque esta le haya dado la patada.


— Pues eso es lo que sucedió más o menos —dijo Paula encorvándose ante la fría mirada de la señora Grady—. Le dije que lo sentía, y paré antes de que fuéramos a...


—Eso es porque eres una buena chica y tienes un corazón de oro. Come un poco de fruta. Es fresca. El sexo resulta mejor comiendo sano.


—Sí, señora. —Paula pinchó un trocito de piña.


—Lo que no entiendo de entrada es por qué creíste que Maca se había acostado con Pedro. —Laura cubrió de sirope sus tortitas—. Si lo hubiera hecho, se habría puesto a fardar hasta morir asesinada por alguna de nosotras.


—No es verdad.


—Antes sí.


Maca reflexionó sobre lo que acababa de oír.


—Sí, tenéis razón. Me habría comportado así, pero he madurado.


—¿Qué tal va tu calentón? —quiso saber Carla.


— A tope. Pedro se marcó un buen tanto en la escalera trasera. Y luego, fue a por el récord.


Asintiendo, Carla siguió desayunando.


—Besa como nadie.


—Es verdad. Es... ¿cómo lo sabes?


Carla se limitó a sonreír, y Paula se quedó boquiabierta.


—¿Tú? ¿Tú y Pedro? ¿Cuándo, cómo...?


—Me parece de muy mal gusto — murmuró Maca—. Otra de mis mejores amigas ligando con mi ex imaginario.


—Nos dimos un par de besos cuando cursaba mi primer año en Yale. Nos encontramos por casualidad en una fiesta y
me acompañó hasta mi cuarto. Fue bonito. Muy bonito. Pero por muy bien que besara, fue como besar a mi propio hermano. Y por muy bien que besara yo, creo que él también
pensó en mí como en una hermana. Y lo dejamos. Supongo que entre tú y Pedro eso no pasa.


—Lo que hicimos no tiene nada que ver con lo que hacen los hermanos. ¿Por qué no nos habías dicho nunca que Pedro y tú os habíais besado?


—No sabía que teníamos que informar sobre los hombres a los que besábamos. Pero os podría hacer una lista.


Paula estalló en carcajadas.


—Seguro que sí. ¿Y tú, Laura? ¿Algún incidente con Pedro que no sepamos?


—Me fastidia mucho, porque me deja en franca desventaja, confesar que no. Ni siquiera en mi imaginación. Ese hombre
también podría haberme tirado los tejos alguna vez al menos en todos estos años. Será malvado... ¿Y usted, señora Grady?


—Me dio un beso muy bonito bajo el muérdago, hace algunas Navidades. Pero como soy de las que no se comprometen, lo abandoné pronto para no romperle el corazón.


—Pues yo diría que Pau planea atarlo corto, y muy corto —apuntó Maca arqueando las cejas—. Y que él no conoce ninguna plegaria contra el temible poder de Paula.


—No lo sé. Necesito pensar. Es complicado. Pedro es amigo mío. Es amigo nuestro. Y el mejor amigo de Daniel. Daniel es tu hermano —le dijo Paula a Carla—, y es casi un hermano para las demás. Y todos somos amigos, además de socios. Dani es nuestro abogado y Pedro nos echa una mano cuando lo necesitamos. Además, se ocupa de las reformas. Todos nos relacionamos con todos, y nuestras relaciones influyen las unas en las otras.


—Y nada enreda tanto las relaciones como el sexo —terció Maca.


—Exactamente. ¿Qué pasará si tomamos ese camino y luego todo se va al traste? Nos sentiremos incómodos, y eso provocará que los demás os sintáis incómodos también. Hemos logrado un buen equilibrio, ¿no? No vale la pena estropear eso por culpa del sexo.


—Entonces nunca lo practicarías — comentó la señora Grady, y luego meneó la cabeza—. La juventud piensa demasiado. Voy a fregar los platos.


Paula se enfurruñó y se concentró en las tortitas.


— Me ha tomado por una imbécil, pero lo que pasa es que no quiero que nadie salga herido.


— Entonces impón tú las reglas del juego. ¿Qué esperáis el uno del otro y cómo vais a solucionar las complicaciones?


—¿Qué clase de reglas son esas?


Carla se encogió de hombros.


—Eso te toca decidirlo a ti, Pau


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