sábado, 4 de febrero de 2017
CAPITULO 14 (PRIMERA HISTORIA)
Pasadas las cinco, Pau llegó a la casa principal. Quería alimentarse como es debido, necesitaba comida como la que la señora Grady amontonaba en el congelador. Dejó el ordenador portátil en la cocina y vio a Carla sentada frente al mármol, con la mirada fija en una copa de vino.
-Eh, es pronto para verte sentada y barra o tomando vino.
-Acabo de terminar la reunión con Naomi y Brent. Esta copa me la he ganado.
-¿Lo has solucionado?
- Claro que sí, pero no en un abrir y cerrar de ojos. Los novios vuelven a estar unidos por el amor, el compromiso y la decisión de celebrar su propia boda. La pelandusca de la socia queda fuera del juego. El novio hablará en serio con el padrino cabrón y mentiroso y le recordará que los protagonistas de la boda no son él ni esa mujer, y que es incapaz de hacer de padrino por- que no invitan a la PDLS, es su problema. La novia tendrá una charla con la DDH para manifestarle su apoyo y comprensión, pero se pondrá firme para hacerle entender que no se trata de su boda, y aunque le dé muchísima rabia que asista, el cabrón mentirosos no deja de ser el hermano de su marido. Además, lo hemos arreglado invitando a la boda a un tío bueno para que haga de pareja de la DDH... y el PCYM quede como un idiota, que es lo que se merece. -Carla se detuvo unos segundos y respiró hondo-. Me he ganado la copa, insisto.
-¿Quién es el tío bueno?
-He sobornado a Jack -confesó Parker tomando un sorbo de vino-. Me ha costado una caja de Pinot Noir, pero ha valido la pena.
-Jack está muy bueno -coincidió Mac-. Bien hecho, maestra.
-Estoy agotada. ¿Cómo ha ido la sesión?
-Es curioso que lo preguntes. ¿Y si te lo enseño? –Pau abrió el ordenador portátil y, mientras este se cargaba, empezó a revolver en la nevera-. ¿Qué vas a cenar?
-No lo sé. Solo son las cinco.
-Tengo hambre. Hoy no he almorzado. Pastel de pollo con verduras, ñam -exclamó Pau sacando una tartera-. Cenemos pastel de pollo con verduras.
-Muy bien, pero primero quiero darme un baño caliente con mucha calma. Y quiero cenar con el pijama puesto.
-Me parece perfecto. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
Pero mira primero estas fotos. -Pau se sentó frente al ordenador y tecleó para mostrarle las primeras fotos de la sesión.
-¡Ostras, está como un tonel! -rió Carla inclinándose hacia delante-. Y se la ve contenta y desorientada. Qué dulce... Son muy bonitas, Pau.
-Sí, son bonitas -afirmó la joven. Y entonces le enseñó la segunda tanda.
-Estas son fantásticas: sexis, femeninas, poderosas, divertidas. Me encantan. Sobre todo esta en la que ella inclina hacia abajo la cabeza y mira directamente a la cámara. Parece un poco bruja. Y la luz refuerza la impresión.
-Voy a pulirla aún más. Hicimos una última tanda.
De nuevo, Pau abrió un archivo y se arrellano en el asiento.
Carla, en cambio, se enderezó.
Dios mío, Pau, son increíbles Son... parece una diosa romana.
Carla examinó cada una de las fotos que desfilaban ante sus ojos. Aquella tela blanca en la cintura se desplegaba bajo el turgente vientre y se remansaba como un río salpicado de pétalos de rosa color rojo sangre. La mujer, con el pelo cayéndole por los hombros, un brazo cruzado sobre el pecho y la mano en la cima de su fecundo y abultado vientre
Miraba directamente a la cámara.
-Me encantan las curvas, los pliegues, las líneas. La luz, el modo en que esta realza sus ojos. La sabiduría y la fuerza de su mirada. ¿Las ha visto ella?
-Todas. Estaba tan nerviosa que he tenido que enseñárselas todas porque quería asegurarse de que eliminaríamos las que no le gustaran.
-¿Que le han parecido?
-Se ha echado a llorar. En el buen sentido de la palabra. Debe de ser hormonal. Le han saltado las lágrimas y me ha dado un susto de muerte. Entonces ha dicho una cosa preciosa. –Pau hizo una pausa paladeando la alegría del recuerdo-. Ha dicho que nunca pensaría en sí misma como una mujer gorda y patosa porque era soberbia.
-Oh.
-Sí, ya lo sé. A mí también se me han humedecido los ojos Rosa quería encargar directamente esas fotos, ya, pero le he dicho que primero las quiero retocar y que además prefiero que no esté tan emotiva cuando elija.
-Cuanta satisfacción da hacer felices a los demás, que con tu trabajo aportes felicidad a sus vidas, ¿verdad? Aquí estamos, cansadas y hambrientas, pero habiendo hecho un trabajo de bandera.
-Entonces, en ese caso, ¿qué te parecería prestarme un pijama?
-¿Por qué no metes eso en el horno a temperatura baja y nos vamos a cambiar las dos?
-Trato hecho. Me apetece ver una peli para chicas. ¿Y a ti? ¿Cena y peli?
-Suena muy bien, la verdad.
-Hablando de cena y peli, el sábado por la noche tengo mi primera cita con Pedro.
-Lo sabía -sentenció Carla advirtiéndola con el dedo.
-Pero voy a ir muy despacio. En algún momento entrará el sexo en juego, pero iré despacio.
-Pones límites a la relación antes de embarcarte en ella. Muy sabio por tu parte.
-Tu matiz de sarcasmo no se me escapa -aclaró Pau cerrando la puerta del horno y apoyándose en ella-. Lo de ayer fue una cosa rara, un ataque de pánico debido a que mis últimas citas han sido terriblemente aburridas.
-Te creo -dijo Carla levantándose y pasándole el brazo por los hombros antes de salir juntas de la cocina-. Las citas interesantes no abundan entre nosotras, menos para Emma.
-Porque no dedicas tiempo a salir por ahí.
-Ya lo sé. Vete a saber por qué. ¿Qué película te apetece: una que haga llorar o una que termine bien?
-Vale más que nos decantemos por UQTB, sobre todo comiendo pastel de pollo con verduras.
-Bien pensado. ¿Por qué no preguntamos a las otras siquieren apuntarse?
Tomaron la escalera para subir al tercer piso.
-Oye, Carly, ¿qué vas a hacer cuando seas muy vieja y no puedas subir peldaños?
-Supongo que haré instalar un ascensor. No abandonaré todo esto. Jamás.
-¿La casa o el negocio?
-Ninguna de las dos cosas.
Cuando alcanzaron el último tramo, la musiquita del móvil que Carla llevaba colgado del cinturón empezó a sonar.
-Mierda. Sube tú -le dijo Carla-. Ve a por los pijamas. Yo me encargo de esto y ahora vuelvo.- Abrió la tapa del móvil tras echar un vistazo a la pantalla-. ¡Hola, Shannon! ¿Lista para la semana que viene? -Carla, riéndose, se dio la vuelta para dirigirse a su despacho-. Lo sé. Hay mil y un detalles. No te preocupes. Lo supervisaremos todo.
<<Novias...>>, pensó Pau mientras subía los últimos escalones. La mayoría se agobiaba con los detalles. <<Si algún día me caso, que lo dudo, me concentraré en captar la imagen entera. Y dejaré que Carla cuide de los detalles.>>
Entró en el dormitorio de su amiga y vio sobre su exquisito lecho con dosel un mullido edredón con una funda de color paja. Unas alegres flores frescas decoraban la habitación.
No había ropa tirada por ahí ni zapatos olvidados por los rincones.
«Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa», pensó Pau mientras abría el cajón de una cómoda donde encontró, como sabía que encontraría, cuatro pijamas cuidadosamente doblados.
-Yo también soy ordenada -musitó Pau-. Solo que no soy tan obsesiva con este tema.
Se llevó uno de los pijamas a la habitación de invitados y lo lanzó sobre la cama. No se perdería un agradable baño tranquilo y caliente. Llenó la bañera y echó unas sales. Se metió en el agua impregnada de fragancias y empezó a pensar en películas para chicas con un final feliz.
Las pelis, sobre todo las de amor, siempre deberían tener un final feliz, pensó. Porque en la vida no solía darse. El amor se enfriaba, o se convertía en odio. O bien se quedaba en un punto intermedio, en una especie de distanciamiento o punto muerto.
También podía romperse como una ramita seca, si alguien daba un mal paso. Entonces hacía falta una semana en el balneario, siempre y cuando lo pagara otro, se dijo con amargura.
Conocía los sentimientos de Carla hacia la casa y hacia la empresa. Sin embargo, en opinión de Pau, nada duraba para siempre. Salvo la amistad, si se tenía mucha suerte, aunque en ese aspecto Pau era la suerte personificada.
Pero ¿el hogar, el amor? Eso era algo muy distinto. Y Pau no pretendía que durara toda la vida. Con el presente ya bastaba.
Tenía una cita el sábado por la noche. Con un hombre por el que se había sentido atraída sin conocerlo de nada. Sí, con eso le bastaba. Al cabo de una semana... en fin, nadie sabía lo que pasaría.
Para eso estaban las fotografías. Todo cambia, y la fotografía es un modo de conservar el pasado. Antes de que el futuro lo engulla todo.
Paula se hundió en el agua hasta el mentón en el mismo momento en que Laura entraba en el baño.
-¿Qué haces? ¿Te has quedado sin agua caliente en casa?
-No, disfruto del momento. Hoy tengo pastel de pollo con verduras y una peli para chicas. ¿Te apuntas? Y no me refiero al baño.
-Quizá. Acabo de terminar, por quinta vez, de retocar el pastel de boda del enlace Holly-Deburke. Me iría bien un poco de ese pastel de pollo.
-Se esta calentando en el horno. Habrá que llamar a Emma por si acaso.
-Muy bien. Me encargo yo. Así tú puedes seguir disfrutando del momento.
Pau cerró los ojos y suspiró. Ah, la amistad. Eso era lo único con lo que siempre podría contar una mujer.
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Me encantaron los 3 caps. Ya quiero leer el cap de la cita jajaja.
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