sábado, 4 de febrero de 2017

CAPITULO 13 (PRIMERA HISTORIA)





A LA MAÑANA SIGUIENTE Pau habría agradecido que el sol fuera un poco más suave, pero, por lo demás, todo era perfecto.


<<Ya ves -pensó-. Eres joven y tienes aguante. >>


Vestida con el pijama, desayuno un café con un pastelito del mismo sabor mientras observaba a los pájaros lanzarse en picado sobre el comedero. <<La señora cardenal también disfrutaba su desayuno esta mañana -observo-. Va con su compañero, del plumaje brillante, y con unos vecinos sin identificar. >>


Necesitaría el zoom para poder reconocerlos. Y quizá algún libro o alguna guía también, porque solo con la vista no distinguiría nada en concreto, a menos que se tratara de un zorzal o un arrendajo azul.


Pau se detuvo de repente y se aparto de la Ventana. ¿Pero qué importaba aquello? Solo eran pájaros. Y no se iba a especializar en fotografía de la naturaleza ni en, en... avegrafia.


Molesta consigo misma, atravesó el estudio para revisar la agenda y los mensajes. Bien, tenía una cita por la tarde con una antigua novia de Votos que ahora estaba encinta y quería unos retratos de su embarazo. <<Me divertiré>>, pensó. Además, le ponía el ego por las nubes que sus fotos de la boda hubieran gustado tanto para que la futura mama quisiera hacer otro reportaje.


Eso le dejaba toda la mañana libre para terminar un encargo, acudir a una entrevista en la casa principal y estudiar el retrato de boda de la clienta para encontrar nuevas ideas con que plasmar su estado de buena esperanza.


Le quedarían un par de horas libres, en las que podría preparar el estudio y trabajar en la página Web. En definitiva, iba a ser un día bien aprovechado.


Pasó a lo siguiente y apretó el botón del play de su contestador conectado al número de la empresa. Se ocupó de los temas necesarios, se felicitó por ser tan buena chica y, a continuación comprobó su número privado.


Al ver que tenía tres mensajes, se le hizo un nudo en el estómago


-Maldita sea- musitó cuando la voz de Pedro le propinó un derechazo en el vientre.


-Ah, hola... Soy Pedro. Me preguntaba si querrías salir a cenar, o al cine. A lo mejor prefieres el teatro al cine. Tendría que haber mirado qué dan antes de llamarte. No se me ha ocurrido. También podríamos volver a tomar un café si eso es lo que quieres. O... no se me dan bien estas cosas. Y tampoco sé hablar con una cinta. Pero eso a ti te dará igual. Si te interesa alguna de las cosas que te propongo, llámame cuando te vaya bien. Gracias. Eh... adiós.››


Te maldigo, Pedro Alfonso, porque eres un encanto y me vuelves loca. Tendrías que ser un plasta. ¿Por qué no pienso que seas un plasta? Ay, ya sé que te llamaré. Sé que voy a devolverte la llamada. Me estoy metiendo en un buen lío.


Pau calculó que lo más probable era que Pedro habría ido a trabajar y no estaría en casa. Ella, en cambio, sí que prefería hablar con el contestador.


Cuando oyó el click de la máquina, se relajó. A diferencia de Pedro, Pau tenía mucha experiencia con los contestadores.


-Pedro, soy Pau. Me gustaría ir a cenar, o al cine o, si quieres, al teatro. Me parece bien quedar para tomar un café. ¿Qué tal el viernes, ya que al día siguiente no hay colegio? Llámame y dime qué prefieres. Te toca a ti.


-<<¿Lo ves? No tiene por qué ser una cosa seria -se recordó- Puedo marcar el tono pensando que me estoy divirtiendo con un tío muy agradable. >>


Satisfecha, se dio el lujo de trabajar una hora con el pijama puesto. Luego se vistió con calma, fue a la casa principal para acudir a la entrevista concertada y regresó como una exhalación para aprovechar el tiempo libre que le quedaba antes de la sesión.


La luz de los mensajes parpadeaba.


-«Ah, soy Pedro, otra vez. ¿No es un poco fastidioso esto? Bueno espero que no. He visto que tenía mensajes cuando he llegado a casa para almorzar. En realidad, me interesaba saber si habías llamado. Y lo has hecho. Me temo que el viernes tengo que ir a una cena de la facultad. Te invitaría, pero si aceptas y vienes no querrás volver a salir conmigo. Prefiero no arriesgarme. Si te va bien cualquier otra noche, aunque sea, ja ja, una noche de colegio, me gustaría mucho salir contigo. Si te apetece, podríamos ir a cenar y al cine. 
¿Es demasiado? Seguro que sí. Me estoy liando. Me gustaría añadir que aunque no lo parezca, ya he salido antes con otras mujeres. -«Supongo que ahora te toca a ti.›


Pau sonrió. No había dejado de hacerlo durante todo el mensaje.


-Muy bien, Pedro. A ver cómo encajas esta. -Pau presionó la tecla de rellamada y esperó hasta oír el pitido-. Hola, profesor ¿adivinas quién soy? Te agradezco que me hayas ahorrado la cena de la facultad. Tu sensatez y tu caballerosidad te han hecho ganar puntos. ¿Qué tal el sábado por la noche? ¿Por qué no vamos a cenar primero y ya veremos qué hacemos luego? Puedes recogerme a las siete.


-Y si, esto te obliga a confirmar de nuevo.


Pau, de un humor excelente, puso música, se desplomó frente al ordenador y, canturreando, empezó a revisar las fotografías de boda de la clienta que esperaba. Tomó notas de las posibilidades y los ángulos que se le iban ocurriendo. 


Luego consultó su archivo para recordar el equipo, la iluminación y las técnicas que había utilizado en los retratos nupciales.


Teniendo en cuenta el cutis olivaceo, el pelo oscuro y los exóticos ojos castaño oscuro de la clienta, Pau eligió un telón de fondo color marfil. Y como recordaba que era una mujer un poco tímida y algo recatada, decidió reservarse lo que creía que podría ser la foto del encargo hasta haber creado un buen ambiente para la futura mamá.


Ahora bien, ella sí podía prepararse. Agarró el teléfono y presionó con decisión la tecla que correspondía a Emma mientras abría la puerta del cuarto del atrezo.


-Oye, necesito un saco de pétalos de rosa rojos. Tengo una clienta que llegara de un momento a otro, si no vendría yo misma a robártelos. ¿Querrías traérmelos a casa? Por si acaso, trae también un par de rosas rojas de tallo largo. Pueden ser de seda. Gracias. Adiós.


Animada, revisó su maletín rosa claro de maquillaje profesional y puso un CD de música New Age que pensó que convendría a la sesión. Estaba ajustando la luz de fondo cuando apareció Emma.


-No me has dicho qué tono de rojo querías para las rosas. Y es importante, ¿sabes?


-Para esto, no. Y siempre puedo manipular el color con el Photoshop. Además... -Pau se acercó a Emma y tomó las rosas que esta le ofrecía -son perfectas.


-Los pétalos de rosa son auténticos, así que...


-Se lo cargaré en la factura. Mira, ya que estas aquí, ¿te importaría posar? Tu tez es parecida a la de ella y las dos sois más o menos de la misma altura. Ven. -Pau le puso las rosas en la mano. -Ponte allí, en escorzo, de cara a la ventana, y mira a la cámara


-¿Para qué es?


-Para una sesión de fotos de embarazada


-Ah, es para Rosa. -Emma adopto la postura que le pedía.


-La semana pasada Laura preparo el pastel para su fiesta premamá. ¿No te encantan las clientas que repiten? ¿Ser testigo de estos momentos tan importantes de sus vidas?


-Sí. La luz está bien, creo. Al menos para las tomas convencionales.


-¿Qué vas a hacer con los pétalos?


-Los usaré después, en la sesión de verdad... cuando haya convencido a Rosa de que se desnude.


-¿Convencer a Rosa de que se desnude? -Emma lanzó una gran carcajada. -Te deseo mucha suerte.


-Tú la conoces, ¿verdad? Quiero decir antes de que fuera clienta nuestra. Era tía segunda tuya o algo así...


-Es la nieta de la prima política del tío de mi madre, creo. Pero sí, la conozco. Yo conozco a todo el mundo, y todos me conocen a mí.


«Puede que acabe de tener un golpe de suerte», pensó Pau.


-¿Por qué no te quedas un rato? La ayudarás a sentirse más cómoda.


-Te dedicaré un rato -dijo Emma tras consultar su reloj-. sobre todo porque me muero de ganas de ver cómo te las apañas para conseguir que se quite la ropa.


-No te chives -la interrumpió Pau cuando oyó que alguien llamaba a la puerta -.Tendré que guiarla paso a paso.


Lo primero que pensó Pau cuando abrió la puerta fue:
<< ¡Uau! ¡Menudo bombo!>>. Y mientras la invitaba a entrar, su mente se lanzó a imaginar cómo podía explotar esa imagen, mostrarla y magnificarla.


El hecho de que Emma estuviera presente facilitaba las cosas; Emma era la mejor cuando se pretendía que los demás se sintieran cómodos.


-¡Oh, Rosa, mírate! -exclamó Emma con calidez-. ¡Estas fabulosa!


Rosa, con una espontánea carcajada, hizo un gesto de negación mientras Pau le cogía el abrigo.


-Estoy enorme


-Enormemente fabulosa. Debes de estar impaciente. Sentémonos un minuto. ¿Habéis elegido ya el nombre? Siempre pensamos que ya lo tenemos, y luego cambiamos de idea. -Con el aliento entrecortado y una mano en el promontorio de su barriga, Rosa se sentó en una butaca-. Hoy toca Catherine Grace si es niña, y Lucas Anthony si es niño


-Son unos nombres preciosos


-¿No sabes aun el sexo del bebe? -pregunto Pau.


-Decidimos que no lo preguntaríamos


-A mi me encantan las sorpresas, ¿a ti no? Y es fantástico que Pau te fotografíe en tu estado.


-Mi hermana no paro de pincharme Supongo que, en un momento dado, me gustará recordar el pasado y verme como si me hubiera zampado un globo aerostático.


-Estas preciosa- dijo Pau sencillamente- Y te lo demostraré. ¿Por qué no te levantas para que pueda hacer unas fotos de prueba? ¿Quieres tomar algo antes? ¿Agua, té...?


Rosa saco una botella de agua del bolso


-Bebo como un camello y orino como un elefante


-El baño esta allí mismo por si lo necesitas Y cuando quieras que descansemos, dilo.


-Vale.- Rosa se levanto con dificultad de la butaca-. ¿Llevo bien el pelo? ¿Voy bien vestida? ¿Qué tal me ves?


Se había recogido el cabello oscuro en una cola... muy bien peinada; Pau iba a cambiar eso. También había elegido unos sencillos pantalones negros y un jersey azul claro que enfundaba su voluminoso vientre. «Empezaremos por aquí», decidió Pau mentalmente.


-Estas muy bien. Vamos a hacer unas fotos de prueba ¿Ves la cinta adhesiva del suelo? Ponte encima de la X.


-Ni siquiera me veo los pies.- Rosa se coloco sobre la marca con cierta inseguridad mientras Pau comprobaba la luz con el fotómetro.


-Vuélvete de un lado y gira la cabeza hacia mí. Levanta el mentón no tanto... así, y apoya las manos en tu bebé. -Pau miró a Emma.


Su amiga entendiendo la señal, se levantó y se puso detrás de ella.


-¿Ya has concertado la guardería?


Emma se puso a dar conversación a Rosa y le hizo reír. Pau tomo la primera Polaroid. Se la froto contra el muslo para acelerar el revelado, la miro y la acerco a Rosa


-¿Lo ves? Estás preciosa.


Rosa se quedo contemplando la instantánea


-Aunque este enorme, no te negare que se me ve contenta. Es muy bonita, Pau, de verdad


-Pues haremos otras aun mejores. Vamos a probar unas cuantas más en esta misma pose


<<Empezamos a calentar motores>>, observó Pau para sus adentros dando alas a la conversación entre Rosa y Emma


En ese momento se lanzo a darle unas rápidas instrucciones inclina la cabeza a la derecha, mueve los hombros... En plena sesión entrego a Rosa una de las flores de tallo largo que le había traído Emma y, con ese motivo de atrezo, disparo unas fotografías.


Hizo un rollo entero de fotografías, unas fotografías muy bellas y convencionales de una mujer embarazada.


-Ahora vamos a probar algo distinto. Con un ángulo diferente y otra con camisa.


-Oh, no he traído ninguna.


-Ya tengo yo.


Rosa se palmeo el prominente vientre


-Es imposible que tu ropa me vaya bien.


-No se trata de que te vaya a la medida. Confía en mí. –Pau fue al cuarto de atrezo y saco una camisa blanca de hombre-. No te la abroches


-Pero...


-Las líneas rectas de la camisa contrastaran con la pronunciada curva de tu vientre. Confía en mí. Y sino te gusta cómo quedas, no pasa nada.


-Oh, qué divertido... -Emma destilaba entusiasmo-. Los bombos son monísimos.


-Estoy en la trigésimo octava semana. El mío es como el Everest.


-Tiene una forma preciosa -le dijo Pau- Y tu piel es magnífica. El tono, la textura...


-Además, aquí estamos solas -le recordó Emma-. Me encantaría ver cómo sale la foto. La luz es bellísima, muy favorecedora.


-Bueno, puede que sí... Pero se me verá gorda. -Con reticencia, Rosa se quitó el jersey.


-¡Yo quiero una como esta! -exclamó Emma acariciándole la barriga-. Lo siento, pero es que... es algo magnético. Es cosa de mujeres. Somos las únicas capaces de hacer algo así.


-Festejemos la feminidad. -Pau le puso la camisa a Rosa, jugueteó con las líneas rectas y le subió los puños un par de vueltas-. Vamos a dejarte el pelo suelto. Es por el contraste que te decía, y resulta más femenino. Voy a retocarte el brillo de los labios, ¿vale? Se verán más marcados.


Ahora se había sonrojado, pensó Pau mientras trabajaba. No importaba. Lo aprovecharía.


-Gira un poco de lado, adelanta el hombro... ¡Bien! Sujétate la barriga. Muy bonito. Solo tengo que ajustar la luz.


-¿Seguro que no se me ve ridícula o hecha unos zorros? Me siento como una vaca que hay que ordeñar.


-Rosa -suspiró Emma-, se te ve sexy.


Pau plasmó la sorpresa, la satisfacción... y finalmente el orgullo.


-Dedícame una gran sonrisa. Bien. Mírame. Caray, ¡fíjate en tu aspecto! Es perfecto. ¿Estás bien? ¿Necesitas un descanso?


-No, me encuentro bien. Lo que pasa es que me siento un poco idiota, supongo.


-No lo pareces. Confía en mí. Emma, arréglale la manga de la derecha. Ahí donde... perfecto -dijo Pau mientras Emma arreglaba la camisa-. A ver, Rosa, vuélvete un poco hacia mí.Un poco más. Así. Y rodea tu vientre con las manos. Bien.


Al disparar, vio que el momento se acercaba. Vio la magia del instante. «Ya casi estamos», pensó.


-Quiero que mires hacia abajo y luego levantes la vista... solo los ojos, y mírame. Contempla el secreto que guardas, tu fuerza. Piensa, durante un momento, cómo entró ahí ese secreto. ¡Uau! Rosa, eres fantástica.


-Ojalá llevara un sujetador más bonito.


Pau bajó la cámara y aprovechó la brecha que se acababa de abrir.


-Quítatelo.


-¡Paula! -exclamó Rosa con una risita horrorizada.


-Vamos a probar con una foto de estudio. Te encantará. -Pau gesticulaba y su voz sonaba imperiosa-. Siéntate y relájate, descansa un rato. Necesito preparar el equipo.


-¿A qué se refiere con una foto de estudio? ¿Voy a salir desnuda?


-Ya lo descubriremos- respondió Emma cogiendo a Rosa por el brazo-. Ven a sentarte. Veamos qué se trae entre manos esta mujer. ¡Pau! -le gritó Emma cuando oyó que sonaba el teléfono-. ¿Quieres que lo coja?


-¡No! -Pau entró en el estudio precipitadamente con un taburete en las manos-. Podría ser... Ahora no, que ha empezado el juego. -Puso el taburete en la marca y lo vistió con una sábana color marfil mientras el contestador grababa la voz de Pedro.


-«Imagino que ya sabes quién soy. El sábado, empezamos cenando y luego, bueno... humm. A las siete. Me va bien. Fantástico. Ah, no... no sé qué es lo que prefieres para cenar... o si hay algo que no te guste, que viene a ser lo mismo. Supongo que ya me lo habrías dicho si fueras una vegetariana estricta, ¿verdad?
Lo habrías sacado en la conversación. Doy demasiadas vueltas
En fin, creo que con esto terminamos el juego de tocar y parar. Te veré el sábado. A menos que quieras llamarme para decirme... Ya me callo. Adiós»


-Es una monada- dijo Rosa volviéndose hacia Pau, que estudiaba el cayente de la sábana.


-Sí, lo es


-¿Es una primera cita?


-Técnicamente es la segunda. O puede que, oficiosamente sea la tercera. No lo tengo muy claro. Rosa, hay otra sábana en el baño. Quiero que entres ahí, te quites la ropa y te envuelvas en la sábana si te da vergüenza. Por lo que he oído, los dolores del parto y el nacimiento van a acabar con tu pudor. Así que esto será pan comido.


-No sé si puedo...


-Trata del viaje que has iniciado, de lo que has aprendido en él. Es la vida, la luz que llevas dentro... Y el amor.


-Ah -Cuando Rosa cruzó las manos sobre el vientre, tenía los ojos húmedos-. Creo que podría hacerlo, o al menos intentarlo. ¿Borraras las fotos si no me siento cómoda al verlas?


-Por supuesto.


-Bueno, vale. De todos modos, tengo que ir al pis.


-No tengo prisa.


Emma esperó a que Rosa entrara al baño y cerrase la puerta.


-Eres buena, Chaves. Eres condenadamente buena.


-Sí, sí, es verdad.


-Y además tienes una cita el sábado por la noche.


-Eso parece. ¿Se me ha ido la olla, Emma, liando las cosas de este modo?


-La has liado bien liada, querida. Y te diré que serás tonta si no sigues hasta el final. Ojalá pudiera quedarme a ver toda la sesión, pero tengo que volver.


-Te enseñaré las copias.


-No solo eres buena, sino una mujer segura de sí misma.
¡Rosa! Tengo que ir a trabajar. Nos vemos otro día.


La puerta del baño se abrió tímidamente.


-¿Tienes que irte? Me gustaría que pudieras quedarte un ratito.


-A mi también. Pero te dejo en buenas manos. Si no te veo antes, que tengas un bebé feliz, hermoso, sano... que sea un milagro en tu vida.


Emma agarró su abrigo al vuelo y se despidió de Pau articulando un <<Buena suerte>> antes de salir disparada por la puerta.





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