sábado, 8 de abril de 2017

CAPITULO 45 (CUARTA HISTORIA)





Una semana antes de la boda de Maca implicaba salón de belleza: manicuras, pedicuras y tratamientos faciales. Implicaba incluir en el archivo las confirmaciones y las excusas de última hora y retocar la distribución de los asientos.


Implicaba realizar las pruebas finales, abrir los regalos, actualizar la hoja de cálculos que Paula había creado para seguir la pista del regalo, del remitente, de la relación del remitente con la novia o el novio y la dirección de correo para enviar las notas de agradecimiento.


Implicaba recados y llamadas telefónicas, confirmaciones y reuniones finales.


Si se añadía a ello planificar y preparar otros actos, implicaba locura.


—¿Por qué pensamos que diciembre era una buena época para casarnos? —preguntó Maca con la mirada extraviada—. Estamos hasta el cuello, estamos enloquecidas. No nos vamos de viaje de novios hasta el mes que viene, ¿por qué no aproveché la temporada baja para casarnos? ¡Dios mío, me caso...! Mañana.


—Y será perfecto —dijo Paula con determinación férrea sin dejar de trabajar en su ordenador portátil—. ¡Ja! El tiempo será perfecto. Por la mañana, frío y nieve en polvo, de tres a cinco centímetros, y por la tarde, despejado. Por la noche, vientos suaves y uno o dos grados bajo cero. Justo lo que quería.


—A veces dicen unos centímetros de nieve en polvo y terminamos enterradas. ¿Y si...?


—No vamos a terminar enterradas. —Paula enseñó los dientes como si estuviera desafiando a los dioses del tiempo—. Por la mañana nos obsequiarán con unos pocos centímetros de una nieve preciosa y esponjada y por la noche disfrutaremos de una maravillosa boda de diciembre. Ve a prepararte para el ensayo.


—Me da miedo el ensayo, me quedaré sin voz. Creo que me saldrá un grano en la barbilla. Tropezaré cuando camine por el pasillo central. Si Sebastian tropieza, no pasa nada. Es lo que espera la gente. Pero yo...


—No te quedarás sin voz, no te saldrá un grano y desde luego no vas a tropezar. —Paula sacó un antiácido. Uno para ella y otro para Maca—. ¿Crees que no sé lo que me hago?


—Tú sí, pero yo...


—Confía en mí. Será perfecto, será precioso y será el día más bonito de tu vida.


—Soy como un dolor de muelas.


—No, cariño. Eres una novia. Ahora ve a darte un baño calentito y relajante. Tienes una hora.


—Sebastian no está nervioso. —Maca entrecerró los ojos furiosa—. Podría odiarle por eso.


—Macarena —Paula apartó la vista del ordenador—. Esta mañana me encontraba en la cocina y he visto que la señora G. le ha obligado a sentarse y a desayunar. Se ha puesto jarabe de arce en el café.


—¿Ah, sí? —Maca levantó los brazos al aire de la alegría— Está nervioso. Ahora me siento mejor. Quiero que él también se ponga nervioso, y quiero que se le pongan rojas las orejas como le pasa siempre, y quiero que... Como soy la novia, puedo ir pidiendo, ¿verdad?


—Por supuesto.


—Vale, bien. Entonces quiero agradecerte que hayas levantado la prohibición a mi madre temporalmente.


—Maca…


—Lo digo en serio. Deja que hable claro y así me lo saco de encima.


—Vale. Habla claro.


—Es importante que ella esté aquí mañana, aunque sea un coñazo impresionante para mí y para los demás.


—Pero sigue siendo tu madre.


—Sí, para bien y para mal. En fin, sé que has hablado con ella de esto y que le diste instrucciones.


—Solo hice una llamada y fue muy breve. No pasa nada. —Una llamada breve y desagradable. Paula sonrió.


—Para mí no. ¿Te ha hecho sufrir con todo esto? —Lo intentó y fracasó. Su poder ha disminuido mucho en este terreno y eso le da rabia. —A Maca se le marcaron los hoyuelos—. Soy tan mezquina que disfruto con eso.


—En mi opinión, serías tonta si no lo hicieras.


—Bien, digamos entonces que no soy tonta. —Maca suspiró y cruzó las manos sobre el regazo—. Si quiero que mi madre esté aquí es porque llevamos mucho tiempo en este negocio y sabemos que es bueno recordar el día más importante de tu vida sin tener que reprocharte nada. Además... qué diablos... como mi padre parece no ser capaz de incluir la boda en su apretada agenda de festejos y cruzar el mar Jónico para ir a verme, al menos estará presente uno de mis progenitores.


—Sabemos muy bien, a pesar de que en esto consiste nuestro trabajo, que una boda no se basa solamente en las luces, la música y el espectáculo. Se basa en los sentimientos. Tu familia estará aquí, Maca.


—Sí. —Maca se inclinó y cogió las manos de Paula—. La familia que cuenta.


—Y más aún. Sebastian estará ahí, esperándote, mirándote y prometiéndote.


—Ay, sí... estoy lista. Nerviosa, pero lista.


—Ve a darte ese baño, hay que remojar esos nervios


—Allá voy. —Maca se levantó y se dispuso a salir—. Pau, le quiero tanto que siento como si hubiera algo más dentro de mí, algo que me convierte en mejor persona. No estoy nerviosa porque vaya a casarme con él. Estoy nerviosa por... bueno... por el espectáculo. Por olvidar mis frases, por si olvido lo que tengo que decir.


—Eso déjamelo a mí. Tú piensa en que vas a casarte con Sebastian.


—Sabré hacerlo. —En un impulso, Maca volvió sobre sus pies y dio un abrazo a Paula—. A ti también te quiero mucho.
Mientras seguían abrazadas, Paula tomó un pañuelo y se lo puso en la mano.


—Gracias. Mañana no pienso llorar, así que esta noche voy a llorar a lo bestia.


—Un plan perfecto. Asegúrate de sellar la máscara de pestañas para que no se te corra.


Veinte minutos después, Paula bajó corriendo la escalera para comprobar el trabajo de Laura.


Y tuvo que detenerse en seco porque se había quedado sin aliento.


—Oh, Laura.


—Exige que la llamemos Súper Laura —dijo Daniel a Paula sentado frente a la encimera de la cocina y comiendo una galleta.


—¿Quién va a culparla por eso? Ella es Súper Laura. Y este es el pastel más bonito que he visto en mi vida.


—Todavía no está terminado —musitó Laura mientras iba colocando flores de pasta de azúcar.


—El de Sebastian, sí. —Dani le señaló con el pulgar el reformado cuarto de los abrigos que ahora servía de cocina auxiliar de Laura.


Paula entró y abrió el frigorífico.


—¡Me encanta! Supera al dibujo incluso. El libro abierto, la escena de Como gustéis. Os juro que parece que se pueda pasar la página.


—Si lo intentas, te mato —dijo Laura arqueando los hombros y viendo acercarse de nuevo a Paula—. ¡ Ay, tontita, no llores ahora!


—Sigo el plan de Maca. —Paula se sacó varios pañuelos del bolsillo—. Esta noche, a llorar, y mañana, ni hablar. En la nevera principal he puesto a enfriar mascarillas de gel para que mañana no aparezcamos con los ojos hinchados.


—Gracias a Dios —exclamó Dani—. Me preocupaba mucho aparecer mañana con los ojos hinchados.


—Coge tu galleta y ve a ver cómo está Sebastian—ordenó Paula—. De paso, ve a buscar a Emma, o rescátala si es necesario, y dile que no tiene permiso para llegar tarde. Si es preciso, que Jeronimo la traiga en volandas.


—Bien. Sé comprender cuándo no soy bienvenido.


—Esta noche había pensado dejar que te colaras en mi habitación —dijo Laura—, pero como no me has comprado un par de zapatos fabulosos...


Pedro tendrá que pagar por jodernos el listón a los demás.


Cuando se quedaron a solas, Laura miró los pies de Paula.


—Son fabulosos, de verdad. ¿Todo bien?


—Muy bien. Tengo la previsión del tiempo para mañana y...


—No estoy hablando de la boda de Maca, para variar un poco la conversación de toda la semana. Hablo de Pedro y de ti.


—Eso también va bien. —Paula abrió la nevera para coger una botella de agua y suspiró cuando se volvió y vio que Laura no le quitaba el ojo de encima—. No, no ha mencionado el hecho de que le dije que le quería, y yo tampoco. Y no, no me ha correspondido en eso. Pero estoy bien.


—Mentirosa.


—Intento estar bien, y estoy a punto de conseguirlo. Además, tengo muchas cosas en las que pensar —dijo Paula tocándose el pelo que se había recogido en un estiloso moño para la fiesta de ensayo—. Estamos bien como estamos, y eso es... bueno. No me obligues a decir bien o bueno otra vez. Concentrémonos en Maca y en Sebastian.


—Vale. ¿Dónde está la azorada novia?


—Tomando un baño para calmarse los nervios. Va a tener que empezar a vestirse —observó Paula al consultar su reloj—. Comenzaremos dentro de...


—Paula, relájate. Hacemos la cena de ensayo aquí. Afloja en el tema del horario, al menos un poco. ¿Sabe ya que Lourdes no vendrá esta noche?


—Sí. Y creo que para ella es un alivio. Dijimos que solo mañana, y está contenta de que su madre venga a la boda. O sea que, con lo de mañana, Lourdes tendrá más que suficiente.


—¿Y si...? —Laourdes se interrumpió al ver que Pedro entraba—. Yo tengo un treinta y ocho y medio, igual que Paula. Lo decía por si acaso.


—Solo regalo zapatos a las mujeres con las que me acuesto. —Pedro tomó una galleta de la bandeja que había en la encimera—. Y si me acostara contigo, Daniel se cabrearía.


—Dani tiene muy poca imaginación.


—¿Has...?


—Recogido y entregado en casa de Sebastian, como me habías ordenado.


A Paula se le quitó un peso de encima.


—Vale. Mil gracias de verdad. —Se le acercó y lo besó.


Pedro está aquí —dijo Laura apartándose del pastel—. Lo has conseguido.


Con la mano en la cadera, Paula adoptó una pose afectada.


—¿Dudabas de mí?


—Estoy avergonzada. Puedes ser Súper Paula. Tengo que ir a ponerme otros zapatos, que por desgracia no son estos —dijo ella mirando con envidia los pies de Paula—. A retocarme el maquillaje, etcétera. Movilizaré a Maca si veo que se ha dormido en los laureles. Lo has hecho bien, Paula. —Laura la abrazó y le dio un beso en los labios.


—¿Podrías volver a hacer eso? —preguntó Pedro—. ¿A cámara lenta?


—Pervertido. —Pero las lágrimas asomaban a sus ojos. Laura se volvió hacia él y le plantó un beso—. Ella no paraba de decir que no importaba, pero sí importaba, sí. —Sorbió con la nariz y sonrió a Paula—. Sabemos que importaba. Vuelvo en quince minutos.


—Esta noche vamos a llorar todos a mares.


—Menos mal. Me está costando mucho aguantarme.


—Muy gracioso... —Paula le acarició el vientre con un dedo—. Tengo que ir a comprobar qué tal van los del catering, qué hacen en la sala, en el salón principal y...


Pedro cogió otra galleta y salió con ella.





No hay comentarios:

Publicar un comentario