miércoles, 29 de marzo de 2017
CAPITULO 14 (CUARTA HISTORIA)
Nosotras lo compartimos todo, se recordó Paula a sí misma.
Cuando se hubo duchado y vestido para la jornada, el enfado ya se había transformado en sentimiento de culpa por haberse mostrado tan seca con sus amigas.
Le estaba dando demasiada importancia. Empezaba a obsesionarse con el asunto, cosa que, lo admitía, comenzaba a hacer con demasiada facilidad y demasiado a menudo.
Cumpliría con la tradición, como debía ser. Se echarían unas risas y la cuestión quedaría zanjada.
Cuando Paula entró en la cocina, la señora Grady se hallaba frente a la encimera montando la masa.
—Buenos días, mi niña.
—Buenos días, señora Grady. He oído que hay tortitas.
—Ajá. —La señora Grady esperó a que Paula se sirviera una taza de café—. Dime, ¿y ahora qué? ¿Te harás un tatuaje?
—¿Qué?
—Dicen que es el siguiente paso después de salir a la carretera con una Harley.
Paula no tuvo que mirar a la señora Grady para comprender que esbozaba una sonrisa burlona.
—Como me dedico a esto, había pensado en un corazoncito en un lugar discreto. Quizá podría tatuarme FPS en el interior: felices para siempre.
—Bonito, y adecuado. —La señora Grady apartó la masa a un lado y llenó un cuenco con frutos rojos—. Podríamos tirarnos de los pelos para ver quién se queda con el chico, porque a mí me trajo flores y me invitó a bailar.
—Veo que se está divirtiendo.
—Claro. Me recuerda a otra persona.
—¿Ah, sí? —Paula se apoyó en la encimera—. ¿A quién?
—A un chico que conocí algo rebelde, bastante creído y con un piquito de oro cuando quería. Guapísimo y encima sexy. Cuando echaba el ojo a una mujer e iba a por ella, te aseguro que se enteraba. Tuve suerte. Me casé con él.
—Oh, señora Grady, no será... ¿De verdad se parece a su Charlie?
—Es el mismo tipo de persona, que no es un tipo para nada. De esos que superan los malos tiempos, se las apañan con sus cicatrices, se obligan a destacar. Con un cierto instinto rebelde, siempre. Con mi Charlie me dije, ni hablar, no me liaré con este. Me lo repetía una y otra vez, aun cuando ya estaba liada con él.
Una sonrisa le iluminó el rostro y arrancó destellos a sus ojos.
—Cuesta resistirse a un chico malo cuando es una buena persona. Te descoloca. Cada día doy gracias al cielo, a pesar del poco tiempo que estuvimos juntos, por no haberme resistido demasiado.
—Lo que pasa entre Pedro y yo no es lo mismo. Es... —Y eso, tuvo que admitir Paula, formaba parte del problema. No sabía lo que era.
—Sea lo que sea, mereces que estén por ti y divertirte más. Dejando el trabajo de lado. —La señora Grady la tomó por las mejillas y le dio unos cachetitos—. Sé que disfrutas con tu trabajo. Pero también tienes que dejarlo de lado.
—No quiero que por divertirme vaya a cometer un error.
—¡Ah, ojalá lo hicieras!—Y al decir eso, se acercó a ella para darle un beso en la frente—. ¡Ojalá lo hicieras! Vamos, siéntate y tómate el café. Lo que necesitas es un buen desayuno y a tus amigas.
Posiblemente, admitió Paula. Sin embargo, una vez sentada atendió una llamada de una de las novias del fin de semana que tenía un ataque de nervios. Como solucionar las preocupaciones o los problemas de los demás formaba parte de su naturaleza, mantenerse ocupada la calmó.
—Emma y Maca bajarán ahora —anunció Laura entrando en la cocina—. ¿Necesita ayuda, señora Grady?
—Todo bajo control.
—Eh, bonitas flores.
—Mi novio me las ha enviado —añadió el ama de llaves guiñando el ojo—. El que Paula intenta robarme.
—Es una cerda. —Divertida, Laura se sirvió café y fue a sentarse a la mesa rinconera donde desayunaban—. Después del tema principal podemos pasar a los actos. Podríamos celebrar la reunión aquí, porque sé perfectamente que guardas todo lo que tiene que ver con el acto de esta noche en tu BlackBerry. Ganarás el tiempo que temes perder.
—Muy bien. No debería haberle pegado un corte a Maca.
—Déjalo. Probablemente yo habría hecho lo mismo, solo que me habría pasado más.
—Pero de ti ya esperamos que te pases.
—Muy aguda. —Riendo, Laura apuntó con el dedo a Paula —.No diré nada a Dani de momento, pero...
—No hay nada que decir. Ya lo verás cuando estéis todas juntas.
—Ahí vienen. Prepárate para iluminarnos.
—Lo siento —dijo Paula en el momento en que Maca tomó asiento.
—Agua pasada no mueve molinos.
—Toma fruta —insistió la señora Grady poniendo el cuenco sobre la mesa.
—Se me ha ido la pinza. —Paula obedeció y se sirvió unas cucharadas de frutos rojos que colocó en el platito transparente de su servicio—. Con todas vosotras, y conmigo también. Pero es porque todo es tan raro que... Y a la vez está muy claro.
—¿Por qué no nos lo cuentas y nosotras decidiremos si es raro o no? —propuso Laura—. Porque andando con rodeos es cuando se te va la pelota.
—Vale, vale. Vino a traerle unas flores a la señora Grady.
—Ay —exclamó Emma instintivamente.
—La señora Grady no estaba, y me pareció raro no pedirle que entrara mientras yo arreglaba las flores, además así podría dejarle una nota. En fin, quise aclararle que no estaba interesada.
—¿Le invitaste a entrar para decirle que no querías verlo? —terció Maca.
—Sí. Tiene esta costumbre de... abalanzarse sobre mí, y quería dejarle claro que... vale, sí, no le impedí que se abalanzara la otra noche cuando…
—El beso sensual —aclaró Emma.
—No fue... —Sí lo fue, admitió Paula—. El día que vino a cenar, cuando lo acompañé a la salida, me cogió desprevenida y yo reaccioné. Eso es todo. Soy humana. Lo que ocurre es que al ser un buen amigo de Dani, me sentí obligada a dejarle claro que no estaba interesada.
—¿Se lo tragó? Mmm, gracias, señora Grady. —Maca se lanzó en picado sobre la bandeja de tortitas que la señora Grady puso en la mesa—. Porque si se lo tragó, la opinión que me merece su inteligencia básica cae unos enteros.
—No lo creo, porque entonces fue cuando me propuso el trato de ir a dar una vuelta con él, cenar en plan informal, y si no me divertía, él abandonaría.
—¿Y tú estuviste de acuerdo? —Laura se apropió de la salsa de caramelo—. ¿No lo aplastaste como a un insecto ni lo mantuviste a raya con el rayo paralizador de Paula Chaves?
Paula dio un sorbo de café.
—¿Quieres que lo cuente o no?
—Adelante —dijo Laura animándola con la mano.
—Estuve de acuerdo porque me pareció sencillo, y sí, porque sentía una cierta curiosidad. Es amigo de Dani, y no tiene ningún sentido alimentar rencores. Yo iría en moto y él abandonaría. Sin recriminaciones por ambas partes.
Entonces, al salir, me contó lo de la apuesta.
—¿Qué apuesta? —preguntó Emma.
Paula las puso al corriente.
—¿Sebastian apostó? —Maca echó hacia atrás la cabeza y se rió —. ¿A favor de Pedro? Me encanta.
—A mí me encanta que te lo contara antes de que subieras a la moto —precisó Emma blandiendo el tenedor—. Tuvo que ser consciente de que te estaba dando la excusa perfecta para hacerle un corte de mangas.
—Y le dije que sí. Y él me dará, porque se lo pedí, la mitad de sus ganancias. Es lo justo.
—¿Adonde fuisteis? —preguntó Emma.
—Al casco antiguo de Greenwich, a un tugurio donde sirven pizzas. Muy agradable, por cierto. Y no negaré que es divertido montar en esa moto, muy divertido, ni afirmaré que fue una experiencia terrible compartir una pizza con él. Es un hombre interesante.
—¿Cuántas llamadas atendiste mientras estuvisteis fuera? —le preguntó Laura.
—Cuatro.
—¿Y cómo se lo tomó?
—El trabajo es sagrado, adelante. Y sí, con eso se anotó unos cuantos puntos. Lo curioso es que pasamos una noche muy agradable y entonces, en el momento de dejarme en la puerta de casa...
Emma se revolvió en su silla.
—Ahora viene la parte sexy.
—Se abalanzó. Su estilo es acorralarme y a mí se me nubla la mente. Se le da bien y, entonces, mi cerebro deja de funcionar. Es un reflejo —afirmó Paula—. O una reacción.
—¿Es sensual y rápido o lento y tranquilo? —preguntó Maca.
—A mí no me parece lento.
—Te lo dije. —Maca dio un codazo a Emma.
—Cuando volvió a funcionarme el cerebro le dije que no iba a tolerar eso, que no podía agarrarme y saltar sobre mí cada vez que se le antojara. Y pareció que se divertía. Como ahora os estáis divirtiendo las tres, y usted también, señora Grady, la veo desde aquí.
—Le devolviste el beso, ¿verdad? —puntualizó la señora Grady.
—Sí, pero...
—O sea que si ese hombre no te hubiera dejado descolocada, te habrías descolocado tú sola.
Le entraron unas ganas tremendas de enfurecerse, pero Paula optó por encogerse de hombros.
—Solo es una reacción física.
—Eso no lo sé —intervino Laura—, pero en ese caso te diría ¿y qué?
—No voy a liarme... —Paula recordó las palabras de la señora Grady, miró de soslayo en su dirección y vio que esta enarcaba las cejas—. No quiero tener una relación con alguien si sé que voy a cometer un error. Sobre todo porque es amigo de Dani, de Jeronimo y de Sebastian. Sobre todo porque en realidad no lo conozco, no sé gran cosa de él.
—¿Salir con alguien no forma parte del proceso de descubrir eso? —Emma se acercó y puso su mano encima de la de Paula—. Estás interesada en él, Paula. Se te ve. Te sientes atraída. Y eso te pone nerviosa.
—Te has divertido con él, Pau —comentó Maca alzando las manos—. ¿Por qué no vas a poder divertirte?
—Es inmune a tu capa invisible de Vade Retro y a tu rayo paralizante. No actúa ni reacciona de una manera que tú puedas predecir o controlar. —Laura dio un puntapié cariñoso a Paula por debajo de la mesa—. Estás buscando una razón para decirle que no.
—No soy tan superficial.
—Superficial, no. Te pone nerviosa dejar que se te acerque demasiado porque podría llegar a importarte más de lo que estás dispuesta a aceptar. Creo que ya te importa.
—No lo sé. Y me desagrada no saberlo.
—Tómate un tiempo y descúbrelo —propuso Emma.
—Lo pensaré. De verdad. —¿Cómo no?, admitió Paula—. Y aquí termina la historia sexy del desayuno. Os lo agradezco mucho, de verdad, pero hay que cambiar de tema.
Empezamos con retraso la reunión. Tenemos un acto que preparar.
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Me encanta esta historia. Qué paciencia tiene Pedro jajajaja.
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