lunes, 6 de febrero de 2017
CAPITULO 20 (PRIMERA HISTORIA)
Sabía cuando se portaba como una borde. No necesitaba un organigrama ni que le ofrecieran magdalenas como si fuera una niña de dos años a la que calman con una galleta. Además, sus amigas no tenían por qué señalarle la puerta. Ella sabía exactamente dónde se encontraba.
Conocía bien su trabajo. ¿No era eso lo que estaba haciendo en ese mismo instante: trabajar? Pau cortó una primera orla para enmarcar las fotos que la noche anterior no había tenido el valor ni la energía para montar. Al cabo de unas horas habría envuelto un paquete y tendría un cliente satisfecho. Porque sabía exactamente lo que hacía sin tener que explicar cada uno de los pasos a sus socias.
¿Era preciso saber por qué Emma elegía eucalipto en lugar de esparraguera para completar los adornos florales?
No, claro que no.
¿Necesitaba conocer los ingredientes secretos de Laura para preparar una cobertura de crema de mantequilla?
De nuevo la respuesta era no.
¿Era imprescindible discutir con Carla la última entrada de Crack Berry?
No, ¡faltaría más!
¿Por qué iba a importarle a nadie entonces qué filtro había decidido utilizar o qué cámaras fotográficas pensaba colgarse al cuello?
Ellas hacían su parte y Pau, la que le correspondía. Y todos tan contentos.
Pau asumía sus responsabilidades. Dedicaba tiempo, esfuerzo y las mismas horas que las demás. Ella...
«Mierda He cortado mal la orla.››
Disgustada, lanzó el cartón destrozado por los aires. Cogió otro y comprobó una y otra vez las medidas. Sin embargo, cuando levantó el cúter para cortarlo, vio que le temblaba la mano.
Dejó el cúter con sumo cuidado y se echó hacia atrás.
Sí, sabía cuando se portaba como una borde, pensó. Y cuándo había llegado el momento de controlarse. Ahora.
También sabía cuando debía una disculpa a dos de las personas a las que más quería, admitió para sí con un suspiro.
«Aunque se hayan portado como unas engreídas, que lo son, yo he sido la primera en portarme fatal.››
Pau consultó el reloj y suspiró. Ahora no podía arreglar nada.
No podía sacarse ese peso de encima, y aún menos cuando Carla estaba enseñando la casa a unos clientes.
«Ofrecemos un servicio completo. Personalizamos cada uno de los detalles para adaptarlos a sus necesidades y a sus deseos para ese día. Les presento a nuestra fotógrafa, que está loca y es una borde, pero que documentará la jornada haciéndoles un reportaje fotográfico»
¿No era ese el comentario perfecto?
Pau fue al baño a lavarse la cara con agua fría. Eran sus amigas, se recordó. Tendrían que perdonarla. Era la norma.
Una vez se hubo serenado, Pau regresó a su estudio.
Dejó que el contestador atendiera sus llamadas y se concentró en la tarea que la ocupaba. Cuando terminó, decidió que los clientes nunca sabrían que su lote lo había organizado una borde que había tenido un ataque agudo de autocompasión. Cargó el material en el coche y fue a la casa principal.
Era verdad que tenían la obligación de perdonarla, pero primero ella tenía que pedirlo. Esa era otra norma.
Siguiendo la fuerza de la costumbre, Pau entró por la puerta trasera. Se metió en la cocina y vio a Laura trabajando en el obrador. Su amiga, con la mano firme y precisa de un cirujano, decoraba con las iniciales unos bombones con forma de corazón.
Pau, que sabía que no debía interrumpirla, guardó silencio
-Te oigo respirar -dijo Laura al cabo de un rato-.Vete.
-He venido a tragarme la chulería. No tardaré mucho.
-Más te vale. Tengo que hacer otros quinientos de estos.
-Lo siento. Siento haberme portado así y siento haber dicho esas cosas. Sobre todo porque no las pienso. Me sabe mal haberme marchado de la reunión.
-Vale. -Laura dejó el pincel y se volvió-. La pregunta es ¿por qué?
Cuando Pau intentó hablar, se le cerró la garganta. El repentino bloqueo le humedeció los ojos. Y con las lágrimas cayéndole por las mejillas, Solo fue capaz de sacudir la cabeza.
-Bueno, bueno... -Laura se acercó a ella y la abrazó-.No pasa nada. Vamos, siéntate.
-Tienes que decorar con las iniciales quinientos corazones de chocolate.
-Mira, solo me quedan cuatrocientos noventa y cinco.
-Ay, Laura, ¡qué idiota soy!
-Sí, eso es verdad.
Con rapidez y maestría, Laura hizo sentar a Pau junto al obrador y le dio una caja de pañuelos de papel y un platito de corazones de chocolate todavía sin adornar.
-No puedo comerme tus dulces.
-Saben mejor que tu chulería, y me quedan muchos.
Pau, sorbiéndose la nariz, cogió uno.
-Son los mejores.
-Los de Godiva deberían echarse a temblar. ¿Qué ha pasado, cielo? ¿Se trata de tu madre? Se me encendió la luz -añadió al ver que Pau se quedaba callada-, justo después de marcharte indignada y ofendida.
-¿Por qué soy incapaz de digerir estas cosas, Laura?
-Porque ella conoce el resorte que hay que activar. Da igual que las digieras o no, porque ella siempre contara con nuevos recursos para atacarte.
Pau tuvo que admitir que, en realidad, ese era el meollo de la cuestión.
-La situación nunca cambiará.
-Ella nunca cambiará
-Quieres decir que tengo que cambiar yo -precisó Pau probando otro trozo de chocolate-. Ya lo sé. Y lo he hecho. Le he dicho que no. Le he dicho que no, y lo dije en serio, y habría seguido diciéndolo aunque Dani no me hubiera quitado el teléfono de las manos para colgarle.
Laura, que iba a coger un vaso, le lanzó una mirada.
-¿Dani estaba contigo?
-Sí, vino a tomarme el pelo por lo de Pedro, que es otro tema al que tendré que darle vueltas, y entonces ella llamó desde Florida pidiéndome dos mil dólares para poder quedarse una semana más y terminar su recuperación.
-Aplaudo a Dani por lo de colgarle el teléfono a tu madre, pero habría tenido que venir a contárnoslo.
-Le pedí que no lo hiciera.
-¿Y qué? -exclamó Laura-. Si tuviera un poco de sentido común, habría hecho lo que te convenía a ti, no lo que le pedías. Te habrías evitado pasar la noche revolcándote en tus desgracias para acabar despertándote como una gorgona.
Laura le dejó un vaso de agua helada junto al chocolate.
-Bébetelo. Seguro que estas deshidratada. ¿Cuántas veces más te llamó después de que Dani te dejara sola?
-No lo culpes a él. Dos. Y no contesté. -Pau dio un profundo suspiro-. Me sabe muy mal haberla tomado contigo.
-¿Para qué están las amigas?
-Esperemos que Carla también lo vea así. ¿Puedo llevarme unos bombones arriba para endulzar un poco la situación?
Laura eligió del lote dos corazones de chocolate blanco.
-El chocolate blanco le pierde, y puede que necesites empezar con cierta ventaja. A mí me cabreaste. Y eso es fácil de arreglar. En cambio a ella la has herido en sus sentimientos.
-Ay, no.
-Imagino que será mejor que lo tengas en cuenta antes de entrar. Carla también está cabreada, pero vas a tener que cuidar de sus sentimientos.
-Vale. Gracias.
Conociendo como conocía a Carla, Pau fue directamente a la sala de reuniones. El <<incidente›› había tenido lugar allí y la lógica de Carla dictaba que en esa misma habitación tenía que celebrarse la segunda parte.
Tal como esperaba, Carla estaba en la mesa trabajando con su su...Crack Berry. El fuego ya no era vivo, sino un agradable rescoldo; la botella de agua sin la que difícilmente se la veía había sustituido al café. Su amiga tenía el ordenador portátil abierto y, junto a él, un montón de archivos y listas en perfecto orden.
Si algo podía decirse de Carla era que siempre la pillarían preparada.
Cuando Pau entró en la sala, Carla apartó su Black Berry.
Tenía el rostro frío e inexpresivo. Era su expresión de «estoy muy atareada›>; Pau la conocía de sobra.
-No digas nada. Por favor. Vengo a ofrecerte chocolate y a disculparme de todas las maneras posibles. Toma los que quieras, tanto de chocolate como de mis disculpas. Mi comportamiento ha sido manicomial, el de una imbécil. Te he dicho todo eso porque me dejo dominar por la estupidez. Como no puedo evitarlo, tendrás que perdonarme. No te queda otro remedio.-Pau dejó el plato encima de la mesa-. Te los he traído de chocolate blanco.
-Ya lo veo. -Carla estudió en silencio el rostro de su amiga. Aunque no la conociera de toda la vida, habría visto en su expresión las señales de un reciente ataque de llanto-. ¿Pretendes entrar aquí y decir que lo sientes después del trabajo que me he tomado para poder pelearme contigo hasta hacerte morder el polvo?
-Sí.
Pensándoselo, Carla eligió un corazón de chocolate blanco.
-Doy por sentado que ya has hablado de todo esto con Laura.
-Sí, por eso te traigo chocolate. Se lo he confesado. Lo he echado casi todo fuera, pero si no te comes los corazones para demostrarme que hemos hecho las paces, voy a empezar otra vez. Es como un símbolo. Los hombres se dan la mano después de una pelea. Nosotras comemos chocolate.
Sin apartar la mirada de Pau, Carla mordió el corazón.
-Gracias, Carla -dijo Pau dejándose caer sobre una silla-. Me siento como una idiota.
-En principio, ya me vale. Pero aclaremos las cosas. Si tienes algún problema con mi manera de dirigir Votos, hemos de hablarlo. Elige: de tú a tú o en grupo.
-No, Carly. ¿Cómo voy a tener problemas con eso? ¿Cómo podría tenerlos cualquiera de nosotras? Tanta repetición resulta monótona, pero todas sabemos por qué hay que hacerlo. Del mismo modo que sabemos que gracias a que tú te pones machacona y te ocupas de mil y un detalles, las demás podemos centrarnos en nuestro propio trabajo. Si puedo dedicarme a lo que me dedico (y lo mismo les ocurre a Em y a Laura), es porque tú piensas en todo lo demás. Incluido el hecho de revisar todo lo que hacemos nosotras para poder sacar el máximo partido a las bodas.
-No he sacado yo el tema para que me adules -dijo Carla tomando otro trozo de chocolate-. Pero sigue, sigue.
«Volvemos a ser amigas», pensó Pau estallando en carcajadas
-Está claro que eres obsesiva, y que tu memoria para los detalles da un poco de miedo. Claro que gracias a eso, rendimos a tope. No quiero hacer tu trabajo, Carly. Ninguna de nosotras querría. Me comporté como una burra, como una imbécil, y fui a por ti para hacerte daño. -Pau echó un vistazo a los archivos-. Esto son dossieres, ¿verdad?
Documentos, análisis de costes y otros temas antipáticos.
-Me había preparado para chafarte como a una pulga.
Pau hizo un gesto de asentimiento y eligió un corazón de chocolate negro.
-Mejor comamos bombones.
-Desde luego.
-Dime, ¿como ha ido la visita?
-Los novios han venido con las madres y una tía. Ah y con una niña pequeña.
-¿Con un crío?
-Era la nieta de la tía. Monísima… y corría como el demonio. Ayer fueron a ver Felfoot Manor y la semana pasada, Swan Resort.
-Van a lo grande ¿Piensan que estamos a su altura?
-Quieren reservar un sábado del mes de abril del año que viene. Un sábado entero
-¿Lo hemos conseguido? ¿Con un paseo y un discursito? ¿Una doble reserva?
-No cantes victoria todavía -Carla cogió la botella y bebió un sorbo de agua-. La MDNA, la que iba con un fabuloso bolso de Prada colgado del hombro y con el talonario dentro, quiere conocernos a todas. Quiere una entrevista completa antes de comprometerse. Tiene algunas ideas.
-Vaya...
-No, sus ideas son buenas, incluso puede que esto se convierta en un evento importantísimo, en una celebración que despierte el interés del público El padre de la novia es Wyatt Seaman, de Muebles Seaman.
-¿Los Seaman de «Haremos de su casa un hogar» ?
-Los mismos, y su esposa considera que valemos mucho. Un mucho que todavía no se ha decidido a escribir en mayúsculas. De todos modos, le haremos una presentación que será el no va más -El desafío iluminó el rostro y la mirada de Carla-. después, esa mujer sacara el talonario de su maravilloso bolso de Prada y nos dará una paga y señal que hara que entonemos un aleluya de todo corazón.
-Y bailaremos.
-Y bailaremos.
-¿Cuando es la presentación?
-Dentro de una semana. Tendrás que inventar otros paquetes, que sorprendan. Vieron el taller de Emma y les encantó el discursito que les soltó. Pero como tú te habías puesto de culo, no quise llevarlos a tu estudio
-Muy inteligente por tu parte
-De todos modos, con tus muestras conseguimos que la madre se hiciera una idea. El próximo lunes le hablaremos de las fotos que has publicado en las revistas Y…ya sabes exactamente lo que tienes que hacer.
-Lo haré.
Carla le paso uno de los archivos por encima de la mesa.
-Aquí tienes un resumen para que sepas con quien estamos tratando. He entrado en Google y te doy cuatro referencias, además de la programación actualizada de las tres próximas celebraciones.
-Me lo empollaré.
-Hazlo.-Carla le pasó una botella de agua-. Y ahora dime qué te ha pasado.
-Me dio un ataque de Lourdítis. Pero me ha bajado la fiebre y ya me encuentro bien.
-No sería para pedirte dinero, si hace nada que... -Carla se interrumpió al observar la expresión de Pau-. ¿Otra vez?
-Le dije que no, y se lo repetí. Entonces Dani le colgó el teléfono.
-Así se hace. Viva mi hermano -exclamó Carla orgullosa-. Me alegro de que estuviera contigo cuando te llamó. De todos modos, Del podría moverse de otra manera y no solo colgarle el teléfono. En el terreno legal. Puede que ya haya llegado el momento, Pau.
Pau se quedó ensimismada mirando el fuego.
-¿Tú serías capaz de hacer algo así si se tratara de tu madre?
-No lo sé. Probablemente. Soy mas mezquina que tú.
-Yo también lo soy.
-Soy yo la mezquina, Laura es la quisquillosa y Emma la metomentodo. Tú estás entre Laura y Em. Entre las cuatro, cubrimos toda la gama-dijo Carla cogiendo a Pau de la mano-Por eso trabajamos tan bien en equipo. ¿Por qué le dijiste a Dani que no me lo contara?
-¿Cómo sabes que se lo pedí?
-Porque si no, me lo habría dicho.
Pau suspiró.
-No quería que entrarais en la espiral de Lourdes. Luego me deprimí y empecé a dar vueltas al asunto; me desperté convertida en la reina de las Bordes y terminé metiéndoos de todas maneras en el fregado.
-La próxima vez ahórrate la parte intermedia y recuerda que nos encanta meternos en tus fregados.
-Oído cocina. Antes de ir a ganarme el sustento y a convertirme en un miembro productivo del equipo quiero hacerte una pregunta: ¿te acostarías con Pedro Alfonso?
-Mujer… No me lo ha pedido. ¿Me invitaría a cenar primero?
-Lo digo en serio.
-Yo también. No esperaba que me meta en su cama sin haber salido a cenar primero. Pero si estuviéramos hablando de ti-dijo Carla gesticulando con la botella de agua en la mano- tendría que preguntarte si lo encuentras sexualmente atractivo.
-No puedes acostarte con todos los tíos que te parecen sexualmente atractivos. Aun con cena incluida.
-Es cierto, no nos daría tiempo a hacer nada más Está claro que te gusta, que piensas en él, que le dedicas tiempo... y que estas valorando si quieres sexo con él.
-Ya he practicado el sexo antes.
Carla se rindió y se comió el otro corazón de chocolate
blanco.
-Eso he oído.
-No entiendo que en el tema del sexo esté tan colgada por Pedro. Tendría que liquidar esto. Acostarme con él y punto final. A otra cosa, mariposa.
-Eres una romántica, Paula. Siempre lo ves todo de color de rosa.
-Eso es lo que pasa cuando te dedicas al negocio de organizar bodas.
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Excelentes caps. Menos mal que habló con las amigas jaja.
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