sábado, 11 de febrero de 2017
CAPITULO 36 (PRIMERA HISTORIA)
Lo superaría. Tuviera lo que tuviese clavado en el corazón, en sus entrañas, era imperdonable que eso le ocupara la mente durante una celebración. <<Quítatelo de la cabeza- se ordenó Pau-. Hoy no se trata, como ayer no se trataba del imbecil del hermano del novio.>>
-¿Vas a decirme qué te pasa?- Le preguntó Emma siguiéndola alrededor de la pista.
-No. No es el momento.
-He visto el coche de tu madre aparcado frente al estudio. Y no he visto el tuyo.
-Ahora no, Em.
-Esto se está complicando. Hablaré contigo después.
-No quiero hablar. No tengo tiempo para comer galletas mientras hacemos terapia. Estoy trabajando.
<<Ya, ya…>>, pensó Emma. Y se fue derecha a buscar a Carla.
-Algo le pasa a Pau.
-Sí, lo sé. -Carla estaba de pie junto a la larga mesa de la entrada supervisando cómo iban cargando los regalos en la Iimusina que había aparcada fuera-. Ya nos ocuparemos luego.
-Intentará largarse. -Emma, al igual que Carla, lucía una sonrisa de compromiso-. Estoy preocupada porque no está furiosa, que es como se pone cuando trata con su madre. Se queda hecha polvo, pero el puntito de ira no se lo quita nadie.
-De momento no hay nada que hacer. Luego ya veremos. Ahora viene el último baile -calculó Carla tras consultar el reloj-. Querrá hacer unas fotos al aire libre cuando los novios se marchen. Si esta de mala leche, se irá derecha a casa. Le cortaremos el paso estudiando el terreno.
Si se hubiera parado a pensarlo, Pau se habría dado cuenta de que algo se traían entre manos. Pero el alivio de haber terminado, de saber que había concluido su trabajo y que lo había hecho bien, le hizo olvidar el resto.
Cuando la limusina salió deslizándose por el caminito de entrada, Pau apartó la cámara.
-Reunión breve cuando hayamos terminado –anunció Carla.
-Oye, me voy al estudio. Ya haré una copia de tus notas.
-No tardaremos mucho. Hemos de asegurarnos de que todo salga perfecto en la presentación de mañana. Buenas noches y conduzcan con cuidado -dijo Carla sonriendo a un grupo de invitados que se marchaban-. Creo que estos eran los últimos. Hagamos un barrido. ¿Te ocupas de la segunda planta?
Molesta, Pau subió pisando fuerte la escalera. «Lo que yo querría es estar en casa, maldita sea.>> Quería estar sola y trabajar. Trabajar hasta que viera doble. Luego se iría a la cama y dormiría las penas.
Pero no, las cosas había que hacerlas en su momento.
Normas de Carla.
Los ayudantes habían dejado impecables las suites de la novia y del novio, pero comprobó los baños por si acaso.
Una vez encontraron a un invitado que se había dormido aovillado en la bañera de la habitación de la novia, la que tenía unas patas en forma de garra. El problema fue que lo descubrieron... a la mañana siguiente.
Cuando terminó la ronda de reconocimiento, Pau se planteo zafarse de la reunión saliendo por una de las puertas laterales. Pero las otras se enojarían e irían a buscarla.
No quería un nuevo enfrentamiento, otra escenita emocional. «Ya he llenado el cupo», pensó. Sería una buena chica, iría a la sesión resumen de clausura y repasarían el informe para la propuesta del día siguiente.
«Mejor así. No me dará tiempo de pensar.›› Pensar ocupaba uno de los últimos lugares de la lista de actividades que tenía pendientes.
No la sorprendió encontrar a Laura sirviendo té y unos minibocadillos. En las reuniones de Votos tenían por costumbre tomar un tentempié.
-Una celebración muy agradable -comentó Laura con naturalidad-. Nadie se ha puesto a dar puñetazos, no hemos tenido que echar a patadas a los impresentables y, que sepamos, no se han usado las habitaciones para echar un polvo a escondidas.
-Las celebraciones de los domingos suelen ser tranquilas- apuntó Emma quitándose los zapatos y estirándose.
-Olvidas el enlace Greenburg-Fogelman.
-Ah, sí. En ese hubo de todo, y aún me quedo corta.
Pau, incapaz de sentarse y quedarse quieta, se acercó a la ventana.
-Empieza a nevar. Al menos el tiempo ha esperado a que termináramos.
-Y hemos terminado -dijo Carla entrando en la sala-. El equipo de la limpieza ha empezado por la sala de baile. A lo mejor mañana la señora Seaman quiere volver a dar una vuelta y todo tendrá que brillar como los chorros del oro. Laura, ¿y el pica-pica?
-Un surtido de pastelitos, café, té y zumo de naranja natural, y luego, durante mi presentación, que será la última, tendremos la degustación de pasteles. También habrá una selección de bombones con los nombres del novio y de la novia o con un monograma dorado. Les presentaré estilos distintos. Traeré fotografías y dibujos de los pasteles, de la boda y del novio, así como varias propuestas por si quieren dulces para los invitados; haré lo mismo con las opciones del carrito de los postres. He preparado unas cajas de bombones para regalar a la novia y a su madre, y un par más por si vienen acompañadas. Me he cubierto las espaldas.
-Muy bien. ¿Emma?
-A la novia le gustan los tulipanes y me dijo que los quería como flor emblemática de la celebración. Me he decantado por la boda en el jardín, porque se celebrará en abril. Pondré montones de tulipanes en arrones de cristal fino, de distintas formas y medidas. Y rosas, claro. Haré arreglos florales con todo eso, combinando colores primaverales y aromas. Y luego, las flores para el ojal: un tulipán blanco montado en una ramita de lavanda. Tengo tres ramos de seda diseñados especialmente para ella. Y hay uno en el que sobresalen los tulipanes, porque creo que ese es el que va a elegir. Si es ella quien decide, claro.
Emma hizo una pausa, se frotó el pie izquierdo y volvió a consultar la lista.
-He montado otros ramos distintos para sus damas, también combinando los colores primaverales, porque ella no se ha decidido por ninguno en concreto. Le enseñaré varias fotos, además de las muestras que he preparado. Ya ha estado en mi taller y ha visto el muestrario y los arreglos, pero he adaptado algunos a su estilo.
»Laura me ha ayudado a esbozar un par de ideas para la zona de la pérgola. Creo que usaré cornejos. Pondré unos arbustos tiernos de cornejo en unas urnas blancas como telón de fondo. Y los adornaré con lucecitas. Para regalar a las madres propongo unos porta ramilletes en lugar del ramo habitual. He hecho unos cuantos para mostrárselos. Y les he empaquetado unos arreglos florales para cada una, para que se los lleven a casa.
-Tenemos muchas fotos de los espacios decorados para las bodas de primavera -dijo Carla mirando a Pau.
-He seleccionado las mejores para esta clienta. Y también otras para recrearme en los detalles. Como el tiempo es muy variable en abril, supongo que querrán unas carpas.
-Carpas de seda -precisó Carla.
Pau asintió.
-He leído tu propuesta, y he visto también los esbozos de Laura. No tenemos fotos para este montaje en concreto, pero contamos con otras parecidas. He reunido un dossier muy completo con fotografías de compromisos y bodas, y otro aparte con fotografías nuestras que han salido en revistas. Hojearon los álbumes cuando vinieron… y al decirme tú que a la madre se le iluminaron los ojos cuando se le comentó la posibilidad de editar un libro de arte, le he preparado un ejemplar. Haré un retrato de la madre y de la hija durante la presentación. Lo pasaré a papel, lo enmarcaré y luego se lo regalaré a mamá bien envuelto.
-Fabuloso. -Carla sonreía-. Perfecto. Por mi parte, he hecho tres guiones, de estilos diferentes, que comprenden desde los ensayos hasta la despedida. Y después de darle muchas vueltas, he decidido que empezaré por el mejor.
-El de la princesa de cuento de hadas del siglo veintiuno-corroboró Emma-. Es mi preferido.
-Llevamos dedicadas a este proyecto unas cien horas entre las cuatro -señaló Laura-. Tengo todos los dedos cruzados.
Emma asintió convencida.
-A mí me da muy buena espina.
-A ti todo te da buena espina. Pero si eso se cumple, voy a tener una montaña de trabajo.
-Está a punto de cumplirse -precisó Carla en el momento en que Pau se levantaba-. ¿Estás bien, Pau?
-Me duelen los pies.
-Vale más que saques lo que llevas dentro- Le aconsejo Laura eligiendo un minibocadillo -. Somos tres contra una.
-No me pasa nada. Y no entiendo que tengamos que vomitarlo todo cada vez que una de nosotras está de mal humor.
-Somos chicas -le recordó Emma-. Y tu madre se ha llevado tu coche.
-Sí, mi madre tiene mi coche ahora. Me acorraló esta mañana y me he enfadado. Y estaré enfadada cuando decida devolvérmelo, porque me lo devolverá sin gasolina y a lo mejor con una abolladura en el guardabarros. Punto final.
-Noto cuando estás enfadada -comentó Carla encogiendo las piernas-. Y hoy no estabas así.
-Ahora sí lo estoy.
-Porque eso es solo una parte del problema. Pedro estaba en tu estudio cuando ella llegó, ¿verdad?
-Casi se le echa encima, como siempre hace cuando le ponen por delante cualquier cosa que tenga un pene. ¿Os imagináis qué corte?
-¿Se lo tomó mal él? -preguntó Emma.
-¿El numerito de mi madre? -Pau se levantó y se acercó de nuevo a la ventana-. No lo sé. No estoy segura. Estaba demasiado ocupada sintiéndome mortificada para darme cuenta. Por eso le di las llaves, para que se marchara.
-No te preguntaré para qué quería tu madre el coche –dijo Laura sirviéndose una taza de té-. ¿Qué más da? Lo que me sorprende es que estés enfadada con Pedro.
-No lo estoy. Estoy enfadada conmigo misma. Por dejar que sucediera, por haberme permitido ir tan lejos, sin pensarlo, por no quedarme con los pies pegados al planeta Realidad.
-Ahora ya no estás hablando de Lourdes, la Espeluznante-concluyó Laura.
-Oh, Pau. -Emma le dirigió una mirada solidaria-. Te has peleado con Pedro.
-No. Sí. No. -Pau, irritada, se giró en redondo-. No puedes pelearte con alguien como él. Las personas chillan o explotan en una pelea. Se dicen cosas y luego se arrepienten. A eso se le llama pelearse. Pero él, en cambio, es muy razonable.
-Maldita sea su estampa- afirmó Laura ganándose una mirada asesina.
-Inténtalo. Intenta hacer que alguien como Pedro comprenda que vais por un camino equivocado, ya veras como todo lo que dices rebota en el frontón de su serena lógica.
-Has roto con él. -Por el tono de voz que utilizó, se vio a las claras que las simpatías de Emma viraban radicalmente hacia Pedro.
-No sé lo que he hecho. Además, ¿cómo puedes romper con alguien cuando no se sabe si estáis juntos? Oficialmente. Es por mí, es por mi culpa, y él no quiso escucharme siquiera. Sé que la situación se me ha ido de la mano. Me vi arrastrada, me deje llevar, no sé... Y cuando mi madre ha entrado esta mañana en casa, he sentido que, de un sopapo, aterrizaba en la realidad.
-¿Vas a dejar que ella apriete la tecla que más le convenga en este tema? -le preguntó Carla.
-No. No es eso. -Pau habló enfurecida porque en cierto modo le preocupaba que ese fuera el motivo. El motivo exacto-. No quiero hacer daño a Pedro. De eso se trata. Pedro cree que está enamorado de mí.
-¿Cree? -repitió Laura-. ¿O sabe?
-Lo ha exagerado mucho. Mi persona, la relación...
-Y este hombre que solo sabe ser razonable, el frontón de la serena lógica -apuntó Carla torciendo el gesto e inclinando la cabeza-, según tú, ¿ahora vive en un mundo de fantasías?
-Puede que sea otra de sus facetas -justificó Pau sintiéndose de repente cansada y vencida.
-Creo que la cuestión no es qué siente o deja de sentir Pedro por ti, sino cuáles son tus sentimientos hacia él. ¿Estás enamorada de él, Pau?
Pau se quedó mirando fijamente a Carla.
-Me importa mucho. Eso es lo que siento.
-A eso lo llamo yo escurrir el bulto- dijo Laura-. Esta pregunta se responde diciendo sí o no.
-¡No lo sé! No sé qué hacer con todos estos sentimientos que me roen por dentro. Pedro entra en mi vida incrustándose de cabeza contra la pared y la que se queda grogui soy yo. Dijiste que no era mi tipo, como me llamo Paula que lo dijiste. Y tenías razón.
-De hecho, creo que esta es una de las raras veces en que me he equivocado. Pero eso tendrás que decidirlo por ti misma. Lo que me joroba, Pau, lo que me decepciona de verdad es que uses a Lourdes como excusa para ponerte a hablar de amor. Porque ella no te llega ni a la suela de los zapatos.
--Necesito tiempo, eso es todo. Necesito tiempo para encontrar mi equilibrio, mi ritmo. Y cuando estoy con él, no tengo ni una cosa ni la otra.
-Pues tómate tu tiempo -le aconsejó Carla--. Has de estar segura.
-Lo haré. Lo necesito.
-Y una cosa. Si te quiere, yo estoy de su lado.
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